Qué curioso resulta a veces que vengan de fuera a contarnos una realidad cercana. Sucedió hace unos días cuando uno de los reportajes de Informe semanal estuvo dedicado a la colonia noruega instalada en L'Alfàs del Pi. Aunque desde las altas instancias el encargo de llevar a cabo ese reportaje obedeciese a la línea editorial que el programa ha marcado desde hace meses con el conflicto catalán, la pieza puede verse separada, como se trocean los juicios por asuntos de corrupción. Sacándole no poco jugo. Y es que la firmante no era otra que Fátima Hernández, que con su voz cálida y la bonhomía insular que le caracteriza, en sólo diez minutos fue capaz de presentarnos un retrato muy fidedigno de cómo viven los 2.500 noruegos censados, 5.000 de facto, que residen en este rincón de la Costa Blanca. Lo que vimos en el reportaje fue lo más parecido al retrato de un auténtico paraíso en la tierra. Clínicas privadas donde se mima a los mayores. Atenciones sociales impensables en poblaciones a un tiro de piedra de la mentada. Colegios donde se imparte una educación ideal. Sin ningún tipo de conflictos. En definitiva, un lugar idílico, casi una «distopía» alojada en una costa a la que también llegan pateras. Como sucedió anteayer sin ir más lejos.
Volviendo al contexto catalán, es inevitable pensar cuán lejanos están sus gobernantes y exgobernantes de lograr esa Arcadia feliz. Viven en su mundo. Ciegos. Y no hay mayor ciego que el que no quiere ver. Que hay paraísos sin salir de España lo demuestra muy bien esa «república independiente» noruega instalada frente al Mediterráneo. Un ecosistema humano que es posible, no hay que olvidarlo, gracias a su alto poder adquisitivo. Merece la pena regresar al reportaje de Fátima Hernández para comprobar que todos los mundos están en éste. Que todo está inventado. Porque al final, como al principio, poderoso caballero es don Dinero. Tan triste como cierto.
