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Oficios del desencanto

Estamos asistiendo a un gran momento de creatividad en la imagen y el guión cinematográfico, ya somos adictos a las series televisivas, en las que excelentes guionistas, muy bien documentados, abordan temas esenciales, temas personales, de superación, de frustración, desde el ámbito científico, The big bang theory, al de la creación literaria, Will. Las relaciones personales, el conocimiento y la dificultad de expresarse, de ser uno mismo, de enfrentarse al otro. Sí, el otro es el gran tema de la literatura, del teatro y del cine, desde principios del siglo XX. Quiénes somos con respecto al otro, ese es el tema, tenemos que saber qué somos para conocer al prójimo. Todos, sin duda, tenemos una gran cultura en cuanto a la interpretación de las imágenes que el cine ha elaborado para representar estos conflictos emocionales. Sabemos, solo por su estética, quien es el chico malo, acumulamos en nuestra retina una gran variedad de imágenes de la soledad, el aislamiento, la incomunicación, o de la tentación, del desengaño. En estas series televisivas, podemos ver mucho más resueltos los problemas que el nuevo conceptualismo en el arte nos quiere trasmitir. Problemas de tipo sociológico, que no nos llevan al problema del arte sino a las dudas de la existencia humana. La fotografía, en el arte, se hace eco de este potencial y crea el escenario, desarrollando toda una reflexión sobre la imagen fija que sugiere toda una historia. Pero busca la fuerza de la imagen, sin necesidad de otras explicaciones teóricas. Una fotografía que desde hace décadas siempre ha estado ligada a la pintura que ha creado la imagen.

En la propuesta de la Mutua Artística (Iván Albalate Gauchía y José Vicente Martín Martínez) que podemos ver en la Casa Bardín, se nos quiere transmitir una visión de esta sociedad que vive en la incomunicación, o en la excesiva comunicación, en realidad, en el desconocimiento de lo que somos, a través de la fotografía que busca sintetizar una secuencia cinematográfica, acompañada de textos explicativos y de algunos objetos más o menos simbólicos, figurativos, en la tradición del Pop art, o abstractos. Pero en cuanto a las ideas plásticas que desarrolla, el pastel reflejado en espejos, una balanza con corazones, imágenes algo manidas, o el discurso fotográfico que se basa en la redundancia del texto y la imagen?, no apreciamos una concepción que haga interpretar una mayor aportación personal.

Seguramente este es un trabajo que va a ser reconocido, por sus referencias a la fotografía alemana, americana: la fotografía tradicional al servicio de un guión. Pero no entra en la dinámica más artística o creativa de modificar la realidad. Son escenificaciones de lo cotidiano a través de imágenes que evocan sugerencias más complejas.

El discurso está muy elaborado, imagen, texto, objeto, ¿pero estamos hablando de ideas plásticas?

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