El lunes, con caprichosa simultaneidad, aparecieron dos documentos, tan importantes como contradictorios. En València, a instancias del presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, dejó por escrito su conformidad con los planteamientos del PSPV sobre la financiación autonómica y con ello asumió la exigencia a Mariano Rajoy de que presente una propuesta de nuevo modelo antes de Nochevieja, como se comprometió. A la misma hora, en Madrid, diez catedráticos de Derecho Constitucional presentaron 15 folios claros y valientes: Ideas para una reforma de la Constitución. Un soplo de esperanza que propone una reforma constitucional cuyos aspectos territoriales son muy trascendentes:

1) Definir la función de los estatutos de autonomía.

2) Plena constitucionalización del reparto de competencias.

3) Participación autonómica en las decisiones e instituciones del Estado.

4) Definir los instrumentos y órganos de colaboración entre autonomías y Administración central.

5) Constitucionalización de los elementos esenciales del modelo de financiación autonómica.

Obviamente, el plazo de fin de año es incompatible con los tiempos de una propuesta de reforma constitucional que pueda ser factible y útil. Sin embargo, estamos en un momento de emergencia que requiere de soluciones extraordinarias y ha llegado el momento de pedir al gobierno patriotismo español de verás. Necesitamos ayudas que estén acotadas en el tiempo, mientras todos los españoles reformamos una Constitución que puede adaptarse a las nuevas circunstancias, que ya no son las de hace 40 años.

Los catedráticos razonan la disfunción actual que nos agota. Hay que aspirar a un Senado representativo de los territorios como órgano legitimado para codecidir la financiación, materia particularmente susceptible de generar enfrentamientos. La conclusión del informe es contundente: «El actual Consejo de Política Fiscal y Financiera no tiene legitimidad ni medios suficientes para cumplir esa función». Reconocen que la Constitución apenas contiene normas sobre financiación. La Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas desarrolla una función que es «materialmente constitucional». El Consejo de Política Fiscal y Financiera es un cauce con una deficiente participación de los territorios, tanto por la preeminencia del Estado en su proceso de toma de decisiones como por la falta de transparencia en su actuación.

Dejémonos de modelos de reparto que carecen de auténticas decisiones políticas. Los catedráticos de Derecho son mucho más valientes que sus homólogos de la facultades de económicas. Su visión es más esperanzadora e importante: «La Constitución puede incluir normas fundamentales del sistema de financiación, con aproximación a la atribución de recursos según las capacidades de ingreso y criterios de solidaridad, incluyendo los principios de igualdad social y de ordinalidad, así como garantizar la participación de las comunidades en la concreción de ese modelo».

En otras palabras, los patriotas españoles debemos abordar la reforma del modelo territorial basándonos en las técnicas del federalismo pero sin darle mucha importancia al término. Lo decisivo para España no es su configuración como un Estado federal, sino que aprovechemos de las técnicas y soluciones instrumentales ensayadas en Europa para mejorar el funcionamiento de las instituciones recogidas en la Constitución actual.

Estamos en tiempos de reformas y no podemos pretender abordarlas todas a la vez, ni pretender una reforma con un objeto demasiado amplio. Tratemos de controlar a los que se van a oponer a ellas desde posiciones e intereses muy distintos, como la ha pasado a Italia, o le pasó a Francia con el referéndum de la Constitución europea, o al Reino Unido con el brexit. La tarea es prácticamente inabordable si ponemos el plazo de fin de año. Criterios para empezar, qué reformas son prioritarias y cuáles tienen posibilidades reales de alcanzar acuerdos.

Mientras, Rajoy y Puig deben hablar para ganar tiempo, aunque ello escueza a parte de sus respectivos compañeros de partido.