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Jorge Fauró

La mala educación

Nos hemos hartado de leer que los vicios de nuestra sociedad partían de una mala educación, y resulta que tenemos en la Comunidad Valenciana un modelo de enseñanza en Formación Profesional que alienta a nuestros jóvenes a trabajar sin cobrar. Pueden leerlo en estas mismas páginas: dos de cada tres alumnos en prácticas inscritos en la FP Dual que impulsa la Generalitat Valenciana no perciben un euro de las empresas en las que se preparan para el mundo laboral.

Ese es el ejemplo, jaleado con membrete oficial: trabajar sin cobrar, por amor al arte, aguardando a que un día al empleado se le reconozca el talento y el esfuerzo. El sistema se ideó bajo mandato del Partido Popular, en tiempos de Alberto Fabra y de su exconsellera de Educación, María José Catalá, y se envolvió en el oropel de una más que segura inserción laboral, con la promesa de impartir formación para un empleo digno entre aquellos jóvenes que optaban por la vía alternativa a los estudios. El plan, nos dijeron, contribuiría a sacar de la crisis a la población más vulnerable. La crisis, además de dramática para muchas economías domésticas, se convirtió en el argumento más recurrente de los gobiernos para justificar casi todo. Porque en el fondo, el mensaje que envían este tipo de iniciativas institucionaliza el exceso de horas que se trabajan y no se cobran, la economía sumergida, el pillaje y la picaresca, elementos que contribuyen a que la provincia de Alicante no se apee de los puestos de cabeza del empleo precario. ¿Qué se puede esperar de un sistema que fomenta en la adolescencia la mano de obra gratuita?

Habrá que agradecer al actual Consell que ponga remedio a semejante disparate, no sin recordarles que han tenido dos años para reformar el sistema. Ya han tardado en darse cuenta.

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