Un «puñao» de agentes de la Casa Cuartel que la Guardia Civil tiene en Torrevieja está en el trullo y otro grupo está siendo investigado por «la presunta comisión» de diferentes fechorías, aunque ellos son quienes deberían perseguir cacos, pero, por cosas de la vida, han sido «fisgoneados» durante dos años para tratar de aclarar una serie de presuntos delitos que les han llevado a sentarse ante una jueza, que, sin mirar el color de sus uniformes, les ha mandado una temporada en la sombra, lo que me parece de «puturrú de foie», porque la justicia debe ser igual para todos, aunque haya quien sigue paseándose/pavoneándose libremente por la calle, como Pujol o Urdanga, por citar algunos casos llamativos, puesto que, según los jueces, «no hay riesgo de fuga». ¡No te joroba; el primero tiene casi noventa años (87), con lo que es casi impensable que «salga corriendo», aunque nunca digas «de esta agua no beberé ni este cura no es mi padre», mientras que el segundo vive en Suiza y viaja por toda Europa sin dar explicaciones a nadie, con lo que lo de la «fuga» es un decir/testimonial!.

Este «grupete» de agentes ha dado mal ejemplo a una ciudadanía que, pese a que las autoridades competentes se empeñan en asegurarnos, una y otra vez, que los delitos han descendido en la Vega Baja, no se siente protegida por unos «presuntos cacos» que se han escondido detrás de unas siglas -GC- y un uniforme -verde- para supuestamente cometer, según la jueza, delitos como tráfico de drogas, cohecho, revelación de secretos, infidelidad en la custodia de documentos, pertenencia a grupo criminal, extorsión, coacciones, hurto, omisión del deber de perseguir delitos o falsedad documental. ¡Casi nada era lo del ojo y lo llevaba en la mano!. De todas formas, ¡qué no cunda el pánico!, porque -¡por suerte!- en la Benemérita no todos son iguales y la inmensa mayoría de sus números son legales, aunque el enemigo lo tenían en casa y, ¡claro está!, así es más complicado perseguir a «presuntos malhechores», porque llevan el mismo uniforme y pasan casi desapercibidos; ¡digo yo!. En el argot policial se habla de «malos» y «buenos» y va a ser que, en este caso, los «presuntos buenos» son los «presuntos malos». ¡Los pájaros disparándole a las escopetas o el mundo al revés!. ¡Si Francisco Javier Girón y Ezpeleta, Duque de Ahumada, levantara la cabeza!.

Pero, partiendo de la base de que, como he dicho antes, no debe cundir el pánico, en la vecina «Ciudad de la Sal», debe estar pasando algo, porque, en los últimos días se ha sabido que la Audiencia ha suspendido un presunto caso de torturas de policías locales a detenidos, por lo que el fiscal pide una pena de 24 años para los cinco encausados -dos de ellos mandos/jefes- que, al parecer, agredieron, amenazaron e insultaron, hace once años, a una pareja, que fue sorprendida robando en el domicilio particular de uno de los agentes, que, por aquello del corporativismo, rehicieron sus informes/atestados para que «pareciera que las lesiones» sufridas por los detenidos «fueron accidentales» y no como consecuencia de «golpes recibidos». Entre los acusados también figura un ex concejal recientemente fallecido.

La solución de estos casos va a ser más complicada que la erradicación de la colonia de gatos que reside plácidamente «jorobando» macetas y meándose en todas partes -incluidos los sillones de mis vecinos Rosi y Miguel Ángel o el «jardín» de Santiago y Emilia-, con el «pestazo» que echan esos orines. Todo ello en mi urbanización salinera, pero, Paco, ya verás como todo llega y a lo mejor tenemos suerte y un año de estos nos toca la lotería, porque, como suele decirse, todos los números están en el bombo y ¡alguna vez tiene que ser!; ¿no crees?. Además, ¡el que no se consuela es porque no quiere!. ¡Fíjate que lo de la policía local torrevejense va a verse 11 años después de haberse cometido el presunto delito!. ¡No desesperes!.

En Torrevieja pasan cosas cojonudas/alucinantes como, por ejemplo, que a uno le multen por hablar por el móvil cuando va conduciendo. ¡Eso sería lo normal si se produjese en circunstancias normales!. Pero lo realmente llamativo es que «los polis» salineros parecen tener una «supervisión» en plan Supermán, puesto que supieron que el conductor multado hablaba indebidamente «mirando por el espejo retrovisor» de su coche, que precedía al policial. ¡Cágate, lorito!. ¿Qué cómo lo sé?. ¡Pues lo sé porque yo fui el multado!. Resulta que estaba parado en un semáforo y la poli estaba detrás de mí; yo tenía la cabeza apoyada en mi mano izquierda y el dilecto defensor de la Ley y Orden dedujo -así me lo dijo- que estaba hablando por teléfono. El tonto fui yo, que no estuve ágil, sino más bien espeso, para mostrarle al agente mi «selular» a fin de que comprobase que no había registrada ninguna llamada. Pensé, ¡qué no cunda el pánico, que esta gente, en el fondo -si es que lo tiene, que supongo y quiero pensar que sí- es maja!. ¡Ojo!; en todas partes cuecen habas y en mi pueblo -¡y el tuyo!- también han pasado episodios oscuros en este sentido, pero ¡qué no cunda el pánico!, porque son más los «buenos» que los «malos»; ¡menos mal!