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Echar la piedra

Y La Festa, por encima de todo

El trabajo colectivo más relevante que hemos sabido mantener, a pesar de los sucesivos Patronatos, en los últimos 500 años, que se dice pronto

La pregunta del millón: ¿Qué es lo más importante que se ha hecho en Elche a lo largo de su historia? La respuesta es muy sencilla y no se admiten peros que valgan: La Festa d'Elx. El trabajo colectivo más relevante que hemos sabido mantener, a pesar de los sucesivos Patronatos, en los últimos 500 años, que se dice pronto. Vale la pena recordarlo, no vaya a ser que algún día tengamos un proyecto de ciudad y no se tenga en cuenta. Es posible que nos pasemos buena parte del siglo XXI ?los siglos pasan volando- reclamando la Dama y no digo yo que no, solo que, con gobiernos como el de Mariano Rajoy, lástima de viajes. Pero La Festa la tenemos aquí, sin necesidad de ir a ningún sitio, para cuidarla cada día mejor, que falta hace. En su día, llevaba razón José Ferrández Cruz cuando explicó que La Festa gozaba de buena salud. Y eso es verdad desde el 15 de septiembre de 1931, cuando fue declarada Monumento Nacional, siendo ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Marcelino Domingo y con la contribución imprescindible de Oscar Esplá. Pero la buena salud puede no ser suficiente o al menos no deberíamos conformarnos solo con no estar en las últimas. Por ejemplo, hace demasiado tiempo que no encontramos un buen reportaje sobre La Festa en un periódico de ámbito nacional y mucho menos fuera de nuestras fronteras.

Y eso es tan fácil como traer a periodistas y escritores del más alto nivel a que vengan a conocerla. Está muy bien invitar al párroco de Playa Lisa y al director general de la Oficina de Catástrofes de la Generalitat, pero hay que apuntar un poco más alto. Tanto la Capella como la Escolanía están en condiciones de aparecer en cualquier acontecimiento cultural dentro y fuera de España, pero es cuestión de ponerse a la tarea y de invertir lo necesario en lo mejor que tenemos. A mí al menos me apetece ver a la Capella o a la Escolanía en unos, pongamos por caso, premios Princesa de Asturias porque no nos falta nivel precisamente.

El dinero con el que se cuenta actualmente permite la mera supervivencia, pero poco más. En estos momentos, el Ayuntamiento destina 90.000 euros anuales a La Festa, demasiado poco si se compara con otras subvenciones a instituciones, entes y festejos varios. Como mínimo, deberían ser 100.000 euros, al menos para dar ejemplo.

La subvención de la Generalitat Valenciana es simplemente vergonzosa: 48.000 euros. Peor aún la del Ministerio de Cultura a través de Instituto de Artes Escénicas: 30.000 euros y ni siquiera dentro de una línea nominativa sino en formato de libre concurrencia.

Por último, nuestra más inútil institución, la Diputación de Alicante, proporciona la cantidad de 24.000 euros y este año se han molestado pagando los gastos de un libro y de un disco. Después de casi 200 años de existencia, se han portado bien por primera vez, pero si desapareciera, mejor aún.

Los carteles de un Patrimonio de la Humanidad los deberían hacer artistas de la máxima relevancia internacional como Antonio López, Miquel Barceló o similares. Una vez tuvimos un patrono de esos que merecen la pena, Santiago Ule, que consiguió por su cuenta y riesgo que un pintor de talla internacional como Manolo Valdés hiciera quizá el mejor cartel de la historia de La Festa, pero lo habitual es que se encargue a algún vecino o familiar de algún patrono influyente.

En 1988, tres mujeres, María Rosa Verdú, Sol Pérez y Lola Peiró se dejaron la piel para poner en marcha la Casa de La Festa, con el apoyo desde la Generalitat Valenciana del dylaniano Emilio Soler, y se utilizaron entonces las mejores tecnologías al uso. Treinta años después, las nuevas tecnologías poco tienen que ver con las de entonces y necesitamos enseñar La Festa todos los días del año a estudiantes y visitantes. Disponemos además de un lugar especialmente adecuado para hacerlo en las mejores condiciones: el convento de las Clarisas. La Casa de la Festa como lugar de trabajo y las Clarisas como museo permanente (representación virtual, pinacoteca, cartelería, exposiciones de fotografía...). Por último, en el próximo mes de enero, el Patronato se renovará con mujeres y hombres nombrados por la Iglesia, la Generalitat Valenciana y nuestro Ayuntamiento, en virtud de una Ley del Misteri de 2005 manifiestamente mejorable. Hagan el favor de elegir bien: personas al menos con el Graduado Escolar, dos dedos de frente y tiempo libre para poner en marcha un proyecto en común y que se note. Recomendaría al respecto personas recientemente jubiladas con cabezas bien amuebladas. Que las hay.

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