Cuando haces cosas, pasan cosas. Cuando llevas a cabo una acción, asumes riesgos, pero si no haces nada, puede que la inoperancia se vuelva en tu contra y el riesgo sea aún mayor. En España hace mucho tiempo que en materia hídrica nadie hace nada, nadie asume competencias, nadie apuesta por soluciones. Y aunque parecía que esto nuca ocurriría, las consecuencias de una desidia política insultante ya están aquí. Nuestros políticos, en vez de tomar las riendas sobre la correcta redistribución del agua de los ríos en España hace años, cuando ya se vislumbraba que tarde o temprano tendríamos un grave problema de déficit hídrico en algunos territorios, prefirieron quedarse de brazos cruzados, no jugarse los votos y optaron por pasarse la pelota pensando que la sangre no llegaría al río, nunca mejor dicho.

La realidad es que hoy no hay una gota de agua para la agricultura de la Vega Baja y el sureste español, y para uso doméstico solo tenemos asegurados tres meses más. Es triste, pero en estos momentos dependemos de que este escenario se resuelva exclusivamente por voluntad de la naturaleza, cuando con un poco de voluntad humana podría haberse solucionado hace años.

Lo cierto es que el Consell nos abandonó hace mucho tiempo. Tanto el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, como la titular de Agricultura, Elena Cebrián, han convertido la palabra «trasvase» en tabú de Conselleria para adentro. Por su parte, el Gobierno Central y el Ministerio de Agricultura, tampoco han hecho los deberes. En reuniones recientes tan solo ofrecen más agua desalada, agua que no podemos pagar, que no se produce en cantidad suficiente, que no llega a la agricultura y, además, por su alto contenido en boro, no sirve para regar más que de forma puntual. No sé quiénes son más incompetentes e irresponsables.

Absolutamente nadie ha querido abordar el problema de desigualdad hídrica que sufre España. Ni PP, cuando con mayoría absoluta pudo aprobar el trasvase del Ebro y no lo hizo, ni PSOE, cuando Zapatero se cargó el Plan Hidrológico Nacional de un plumazo y Cristina Narbona nos condenó a la pervertida idea de la desalación.

Para solucionar el problema nunca ha estado nadie, eso sí, para la foto, para la portada del periódico, están todos. Me resulta insultante y descarado cómo ahora todos los políticos quieren hacerse una foto pidiendo agua, organizando reuniones multitudinarias, haciendo viajes a Madrid para acudir al Ministerio... Señores políticos, el agua no hay que pedirla ahora, el agua hay que pedirla cuando llueve, el agua hay que pedirla cuando están los pantanos llenos y con capacidad de trasvasar. Sobre el muerto ya no se puede hacer nada.

¿Qué fuerza va a tener el presidente del Consell y la consellera de Agricultura para pedirle a Isabel García Tejerina agua y trasvases, si han criminalizado públicamente la interconexión de cuencas y los acueductos? ¿Con qué cara se atreve a ir Madrid para pedir un trasvase de urgencia el partido político que machacó el trasvase del Ebro y el Plan Hidrológico Nacional, que nos condenó a las desaladoras, que no se inmuta cuando Castilla-La Mancha lleva a los tribunales cada trasvase del Tajo al Segura? No sé cómo no se os cae la cara al suelo de vergüenza. Os estáis riendo de todos los agricultores, ganaderos y ciudadanos de la provincia de Alicante, de aquellos que os votaron, de los que confiaron en vosotros y os entregaron la capacidad de gobernar.

Todo lo que está ocurriendo hoy con el agua se debe a la mezquindad de nuestra clase política. Pero esta vez no solo la vamos a pagar los agricultores, sino también los ciudadanos del sureste, que, si tienen que abastecerse de agua desalada, dentro de poco verán cómo se incrementan sus facturas y pagarán más que un manchego o un madrileño por un recurso que nos pertenece a todos los españoles en igualdad de condiciones.

Que no nos vendan más la moto, el problema del agua nunca se va a solucionar sin hacer transferencias de cuencas. El claro ejemplo lo tenemos ahora ante nuestros ojos, cuando solo un trasvase extraordinario del Tajo puede salvar la cosecha de invierno ¿dónde está ahora el poder salvador de las desaladoras?

Mi propuesta es clara, pido que los políticos no cobren hasta que no arreglen el problema del agua, igual que los agricultores vamos a perder más de 35.000 hectáreas de cultivo solo en la provincia de Alicante y millones de kilos de cosechas después de haberlas cultivado por culpa de su incompetencia, inoperancia y desidia.