Las antiguas instalaciones de la Británica pasan a manos municipales. No hay excusas, ya se puede convertir ese entorno en un lugar emblemático: hay proyectos, hay ideas, hasta puede haber dinero. Pero ¿hay alguien ahí?

Por activa o por pasiva siempre pasa algo en la ciudad que hace difícil avanzar. Supongo que si tuviéramos enemigos estarían siempre ufanos con las cosas que nos pasan a los alicantinos, pero ¿tenemos enemigos?

A ver si somos nosotros mismos los que impedimos crecer, progresar, mejorar. Lo tengo que decir: no me gusta nada la judicialización de la política, nada porque nadie se atreverá a realizar cualquier iniciativa, porque se producen decisiones que no son políticas y se intenta vencer, derrotar, machacar al oponente, y encima que lo haga otro. Recuerdo a Pedro Zaragoza pidiendo que nos dejáramos de tonterías y trabajáramos juntos por nuestra ciudad, en su caso Benidorm.

Siempre hay que hacer las cosas como se debe, pero no siempre se dan las condiciones para ello. Esto nos lleva a que en lugar de alcaldes o concejales nos gobiernen cohortes de abogados y jurisconsultos o a que el mayor gasto municipal no sea la limpieza o la imagen de la ciudad sino la asesoría legal. Mis amigos letrados me permitirán la licencia de recordar como en la peli Regreso al futuro II todo se había agilizado y mejorado desde que no había abogados.

Otro punto es el poder que los técnicos tienen desde el momento en que todo pasa por ellos y son ellos los que no se pueden equivocar. Esto, por muy bien que trabajen, ralentiza la acción de cualquier institución.

En fin, la Británica puede dejar de ser un agujero y ser una atracción única, su entorno podría pasar de ser un estercolero a convertirse en un gran parque verde junto al mar, con una preciosa catarata o salto de agua y con un pedazo de balneario sobre el mar.

Pero si para quitar tres mesas de la calle han tenido que salirse del Gobierno y pensárselo dos años, ¿cómo vamos a pensar a lo grande ahora? Y además ¿quién lo tiene que hacer?

Esta ciudad es especial, hace poco más de un año una concejala de las que ahora huyen, se opuso al trabajo que realizaban en el Arca de Noé en Tángel. A día de hoy ya no están allí los animales que no tenían hogar, se han repartido por todo el mundo ¿Estarán mejor?

Alicante perdió algo, mucho, sobre todo una labor de años que de forma tan desagradecida le han birlado a Raúl y un poco a todos. Ahora resulta que nadie de sus amiguitos de otras supuestas organizaciones animalistas quiere ese espacio para nada. ¡Qué gran gestión, Marisol!

No sé a quien le tocará la gestión de la cosa protectora, parece que desaparece, pero aún así, hemos salido ganando seguro. Algo positivo de lo negativo hay que sacar siempre.