Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El arte de la coquetería

Una ciencia tan sutil como delicada y femenina que no es una imposición machista

Qué agradable resulta verse guapa cada mañana, cuando te miras al espejo. Y, mucho más gratificante, es que te lluevan los piropos cuando sales a la calle. Estar satisfecha con una misma y gustar a los demás es síntoma de una salud mental envidiable, pero sentirse guapa y deseada por ese hombre que acabas de conocer, o por el que ya amas desde hace tiempo, es una de las cosas más gratificante que pueden pasar a cualquier mujer. ¿Le llaman a esto ser coqueta? ¿Es la coquetería una imposición de nuestra sociedad machista? ¡Desde luego que no! El arte de la coquetería es tan ancestral y antiguo como el amor; es una ciencia, tan sutil como delicada y femenina, capaz de conquistar corazones e imperios, provocar grandes tragedias, inspirar obras maestra o, simplemente, detener por unos instantes el tiempo de los enamorados. Desde luego, no guarda ni oculta ningún misterio. ¡Por supuesto que no!

Toda mujer sabe cómo y cuándo ser coqueta, porque es algo innato en el sexo femenino, aunque, claro está, se va perfeccionando con los años. Sabemos las mujeres que no consiste en ser guapa o fea, alta o baja, en tener el cuerpo en óptimas condiciones, en ser culta o inculta, universitaria o empleada de hogar. Consiste, sencillamente, en saber sonreír y moverse, mostrando todo lo bueno y agradable que una tiene, de la forma adecuada. Y en el momento oportuno.

¿Y coquetea la mujer porque sí? No, por supuesto que no. Coquetea para que la piropeen. Por eso cualquier piropo, sea de cumplido, circunstancial o castizo (y aquí elimino del comentario los vulgares que no merece la pena escucharlos y me refiero a ese "guapa" dicho con aire castizo y ademanes de torero que tan bien saben pronunciar algunos hombres españoles), nos provoca una amplia sonrisa, acelera el ritmo cardiaco, favorece la circulación sanguínea, pero, sobre todo, sube la moral aunque sólo sea durante unos minutos. Pero hay un piropo que es superior, casi divino, porque llega a lo más profundo del alma y alegra el corazón, ¡oh Dios!, sin duda el más hermoso, el que no puede describirse, y es el silencioso, el que no llega a pronunciarse, porque tan sólo se descubre en la mirada del amado, cuando te sumerges en sus ojos, que piden a gritos permiso para abrir la llave de la puerta que encierra el misterio de tu vida.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats