Un año más, noviembre llega a una fecha señalada por la UNESCO y punteada en las agendas que se preocupan por la educación: el Día mundial de la Filosofía. En los últimos meses, se ha seguido avanzando en la defensa de esta disciplina y, a la espera de las (prometidas) intervenciones políticas que han de normalizar su situación en el curriculum de Bachillerato, la causa ha ganado simpatía en la sociedad y solidaridad en la academia. Su siempre cuestionada utilidad parece ahora menos cuestionable. Hoy se continuará insistiendo sobre ello en muchos foros y también será una ocasión para explorar el tejido de discursos que componen la Filosofía y que no se dejan reconducir a una narración única ni acomodar a una reivindicación unívoca.

La propia filosofía occidental se ha revisado y criticado a sí misma desde diferentes perspectivas. Desde la de género, por ejemplo, poniendo en evidencia la construcción sexista de conceptos antropológicos, éticos y políticos que, sin embargo, habían pregonado su universalidad. La corriente ilustrada se enfrenta a esta contradicción cuando se resiste a declinar en femenino al ciudadano, aunque ello acabará proporcionándole su argumentario al feminismo. La autocrítica se ha planteado igualmente en otros términos: trasluciendo la alineación de las propuestas especulativas con un determinado modelo socio-económico, su contribución a la reproducción del poder, su afinidad con una ideología... Enfoques varios han expresado sus recelos a propósito de las exclusiones y constricciones que puede acoger el razonamiento filosófico. Hay quien ha solicitado por ello el paso a una época post-metafísica que desista de dar con el fundamento de nuestros valores y convicciones, entendiéndose que semejante pretensión no podría amparar el derecho a la diferencia. Es el caso del norteamericano Richard Rorty, que cifra ?polémicamente? en esta renuncia el avance hacia una cultura más libre. En un registro distinto, Hannah Arendt había acusado también a la tradición filosófica que la precedía de haberse ocupado prioritariamente del ser humano genérico ?como si sólo hubiera un ser humano o seres humanos idénticos?, reconociéndole, en consecuencia, un alcance limitado para pensar la política, que se basa en el hecho de la pluralidad.

La sospecha forma parte de la mirada que la filosofía occidental ha cultivado tanto con respecto a sí misma como con respecto al mundo, ocupando la cuestión de la política en este ejercicio reflexivo un espacio amplio e ininterrumpido. Sin embargo, esta atención e incluso la posible complicidad ?ya sea perjudicial o provechosa? no hace que se confundan el interés filosófico y el político. Bien al contrario, se marca una distancia. La citada Arendt databa el abismo en la condena de Sócrates por parte de sus conciudadanos, lo que provocó que el discípulo Platón perdiera la fe en la polis y dudara de la capacidad real de esta para amoldarse a un marco ético. Y por ello esta ha sido una de las tareas de la filosofía: medir la divergencia entre cómo son las cosas y cómo deberían acaso ser. A propósito de esto último, el punto de vista normativo, volvemos, claro está, al debate aludido unas líneas más arriba en torno a la posibilidad ?y dificultad? de establecer un criterio para moderar la vida en común y de elaborar una justificación o fundamentación del mismo. Esta discusión vertebra el pensamiento político contemporáneo y asomarse a ella puede ayudar a contrarrestar los relatos de los medios, las soflamas entusiasmadas y la tentación de la postverdad. En definitiva, la Filosofía despliega un margen para la crítica más allá de consignas clausuradas y estereotipadas. Asumir que este margen puede transitarse corresponde a una sociedad democrática y pretender que nuestro alumnado lo recorra sistemáticamente alguna vez quizás haya de ser irrenunciable.

Este año, la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad de Alicante ha vuelto a encontrar, tal día como hoy, un hueco para ello y la fórmula que se repite sigue siendo una declaración de intenciones sobre nuestra disciplina. Se trata del Ágora, esta vez sobre La filosofía y la política, y ofrecerá una oportunidad para la lectura, la reflexión y el debate a una comunidad universitaria entendida en un sentido muy amplio, aspirando a coincidir con la ciudadanía. Esta ha sido la motivación del ciclo Filosofía en abierto en el que se inscribe esta actividad que, por supuesto, no puede abandonar en una fecha como esta el tono reivindicativo. El Ágora se celebrará a las 13 horas en la plaza Miguel Hernández del Campus de Sant Vicent del Raspeig.