Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Melancolía de bufón catalán

Tras el desvanecimiento de los sueños republicanos en Cataluña

Este puede ser un momento estelar para Cataluña, cuando se han desvanecido sus sueños republicanos de grandeza, sus quimeras fundacionales y andan sus moradores recitando sombríos aquellos versos de Pere Gimferrer "lloré, lloré y lloré ¿y cómo pudo ser tan hermoso y tan triste?". Hoy, el desvarío de la independencia cuenta con héroes, de los del callejón del Gato valleinclanesco, cierto, héroes chatos, ridículos, héroes de feria, pero ¡qué caramba! héroes al fin y al cabo. Procede aprovechar el tirón y saber que los momentos de melancolía y abatimiento engendran los mejores frutos de la historia. Aunque esos gigantes catalanes, rebajados hoy a enanos bufos, odian a España les vendría bien recordar que a finales del siglo XVI andaban los españoles todos mustios, "afligidos y desconsolados" como se decía en un informe dirigido por el Consejo Real al tercero de los Felipes (al tercero, no al quinto, el franchute que acabó con las libertades, que nadie se alarme). Se arrastraban por las esquinas aquellos abuelos nuestros auscultando los latidos desfallecientes de la España "enferma", de la España desengañada. Y, sin embargo, aprovecharon para crear obras inmortales. Yo les recomiendo que se lean los "Sueños" de Quevedo porque permiten cultivar las más frenéticas y desacordadas ideas, porque se ve a los españoles como hombres "encantados", es decir, sufriendo un embrujo que como todos al cabo se desvanece. Son los "Sueños" un catalejo que nos advierten de la mentira del carnaval del mundo, de la estupidez que nos aqueja y acompaña siempre y todo eso ha de ayudar en Cataluña ahora a tonificar el ánimo y endulzar el duro golpe que supone pasar de las alucinaciones a la sala segunda del Tribunal Supremo y a Alcalá-Meco. Padecimos una melancolía histórica, la bilis negra como se la llamó, una afección que se puede advertir hoy en tantos ciudadanos catalanes tocados por el virus nacionalista, sujetos con afanes de loca grandeza, con ideas fijas y extravagantes, absorbidos por el deseo de lo absoluto, dados a los fármacos y adoradores de su mismidad y de la de sus vecinos como seres superiores, venidos al mundo para borrar de "su" Tierra toda impureza, evocadores de un pasado glorioso y -claro es- disconformes con un presente empecinado en arrebatarles la gloria o dárselas en cucharaditas infantiles. Como sostengo es dolencia que estuvo muy arraigada en España pero que dio el Siglo de Oro: a Quevedo, a Cervantes, a Lope, también a Velázquez, a Zurbarán, a Valdés Leal y hasta en la música hicimos nuestros pinitos ... de manera que hay que cobrar aliento, sacar punta a los lápices del ingenio, obtener de la locas aspiraciones republicanas, extraer del deseo de vivir aparte, de construirse un universo de miserias y pequeñeces -eso sí, todas ellas independientes- y dar a luz con esos materiales un nuevo siglo de Oro aunque lo que salga luego sean unos cuantos años mustios de oro falso, una aleación de cobre y estaño, como aquellas que debían de hacer los batihojas catalanes de los tiempos pasados. Pero el esfuerzo merece la pena. Albert Boadella, gran sujeto, escribió sus memorias de un bufón. A mí me gustaron pero ahora descubro que tuvo muchos seres cercanos en quienes inspirarse, que en este sentido fue un plagiario de parte de la humanidad circundante, fecunda precisamente en bufones. ¿Se dan cuenta? El bufón, el gran personaje de la pintura velazqueña del Siglo de Oro. ¡Ánimo, republicano catalán y melancólico, el arte es tuyo!

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats