El pasado lunes asistimos a la escenificada reunión entre Ciudadanos y el tripartito para acordar el respaldo a los presupuestos. El portavoz del grupo municipal de Ciudadanos Elche, David Caballero, entró con 150 cláusulas, el doble de las del año anterior, y con el requisito de que deben ser aceptadas al menos el 80%. El tripartito como respuesta se deshizo en loas hacia Cs. El alcalde, Carlos González, fiel a su estilo sobrio, parco y discreto dijo que eran unas propuestas «sensatas y realistas» para mejorar la ciudad. Mireia Mollà, portavoz de Compromís, más folclórica habló de «pluralidad y capacidad de construir consensos con Ciudadanos, no solo en el marco del presupuesto». Igual Compromís puede encontrar en Cs el consenso que no logra con el PSOE. Cosas peores se han visto. Jesús Pareja, el Partido de Elche, con estilo decimonónico calificó la reunión de «extraordinariamente positiva». Sólo faltó que les dieran el coche y el piso en Torrevieja.

Tanto ha sido el almíbar derramado que el propio David Caballero se ha visto obligado a adoptar un tono más adusto y serio, y advertir al tripartito de que sean prudentes y de que la negociación de los presupuestos no está ni mucho menos cerrada. Y es que no era para menos. Ante todo, hay que marcar las distancias. Yo creo que ni ellos mismos se esperaban tanta generosidad y comprensión por parte del tripartito. Hay que reconocer que Ciudadanos sabe rentabilizar sus tres concejales al máximo influyendo en el gobierno sin ningún tipo de desgaste y posicionándose mediáticamente, a diferencia del PP ilicitano, como una fuerza política capaz de pactar y de llegar a acuerdos. En este sentido, los partidos llamados emergentes, como es el caso de Cs, tienen una situación más complicada que los partidos tradicionales porque han de ganarse con más esfuerzo a sus votantes, lo que les obliga a buscar la diferencia con respecto a sus máximos rivales dentro de su campo ideológico, en este caso el PP. Mientras haya sitio en el centro, ahí los veremos; pero, como cada día queda menos, porque el PSOE se encuentra progresivamente más cómodo en esta posición, asistiremos a la lucha por el centro y por la derecha liberal desde la ambigüedad. Ya estamos viendo en Cataluña cómo Cs se sitúa más a la derecha que el PP explotando y buscando el rédito electoral del conflicto independentista. Poco ha faltado para que Albert Rivera le pidiera a Rajoy que sacara los tanques a la calle.

Ciudadanos Elche ha optado por la discreción más absoluta hasta el momento, teñida de ambigüedad frecuentemente, esperando sacar partido de las buenas previsiones a nivel nacional, del desgaste del tripartito en Elche y del regalo en bandeja que les ha hecho el PP ilicitano colocando a Pablo Ruz de candidato, lo que haría arrojarse a cualquier liberal a los brazos de Cs.

La aprobación de los presupuestos municipales no es algo baladí en absoluto, aunque lo pueda parecer en muchas ocasiones por su reducción a un simple mercadeo según no la fuerza de la representación de los votos de cada partido, sino de su posición estratégica y su capacidad de veto. Los presupuestos son la piedra angular que materializan las políticas que nuestros representantes han comprometido en sus programas electorales. No hay política sin presupuesto. Si el tripartito ya ha aceptado la bajada del Impuesto de Tracción Mecánica y el Impuesto de Construcciones, y ahora se muestra más que anuente con las propuestas de Cs, se debe a que, o bien coinciden en sus políticas, o bien se está renunciando a algunas por parte del tripartito. ¿A cuáles?

Todavía no conocemos todas las 150 propuestas, solo las líneas generales y algunas de ellas. Desde Cs se dice que estas medidas giran en torno a cinco ejes fundamentales: reducir la presión fiscal, aumentar las ayudas sociales, apostar por el turismo, crear empleo estable e invertir en las pedanías. Eso y no decir nada es lo mismo. ¿Es posible reducir la presión fiscal y aumentar las ayudas sociales? Sí, si se consigue aumentar los ingresos; pero, ¿cómo? En cuanto a la bajada de impuestos, no es lo mismo que se haga de una forma progresiva que regresiva. Lo importante no es que la bajada de impuestos repercuta, como el propio David Caballero decía en declaraciones a un medio, en los bolsillos de todos los ilicitanos, sino que repercuta en los más desfavorecidos de forma progresiva. Aquí está la ideología liberal de Cs.

Las propuesta sociales que conocemos hasta el momento nos permiten considerarlas, más bien, como caridad. Sólo bajo esta perspectiva podemos concebir la escasa ayuda para el pago del IBI o la ocurrente Tarjeta Ciudadana para que las familias desfavorecidas y numerosas puedan acceder gratuitamente a las instalaciones deportivas, una vez por semana al cine Odeón y con descuentos al Gran Teatro. ¿Se pueden equiparar las familias desfavorecidas con las numerosas? ¿Qué necesidades entienden que tienen las familias necesitadas? Creo que este último ejemplo los define muy bien: la ambigüedad.

Ambiguo dice la RAE es aquél que, con sus palabras o comportamiento, no define claramente sus actitudes u opiniones.