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Maquiavelismo teatral

El príncipe de Maquiavelo

TEATRE ARNICHES DE ALICANTE

Dramaturgia y dirección: Juan C. Rubio. Reparto: Fernando Cayo

Le acusaron de conspiración y estuvo en la cárcel, donde escribió, en 1513, un tratado político en el que se inspira la dramaturgia y dirección de Juan Carlos Rubio. La vigencia de El príncipe, de Maquiavelo, continúa ahí con su objetivo de mostrar cómo debe ser la gobernación de los Estados para conservar el poder al margen de la moral, del idealismo y de la religión. Estrategia que puede obligar a ejercer ciertas acciones contra la caridad e incluso la humanidad. De este asunto se encarga en la obra el intérprete Fernando Cayo con su papel de asesor. Graba, toma apuntes para hacer un libro y evoca a Maquiavelo en un despacho que sufre cambios como el personaje. El sótano y su espalda, con señales de látigo, recuerdan la prisión del filósofo y estratega italiano, por lo que el realismo inicial deriva hacia otros rumbos con media máscara, imágenes bélicas y teatro de sombras, que enriquecen la actuación de un protagonista sólido y con amplia expresividad. Rubio tomó notas de otros textos del maquiavelismo: El arte de la guerra, Discurso sobre la primera década de Tito Livio, su correspondencia y La mandrágora, comedia en la que el tema amoroso es excusa para tratar un enfoque relacionado con la manipulación, la persuasión y la conquista de una meta. Nunca está de más mirar al pasado con el fin de ver un poco mejor el presente. El director aplica a la evolución textual un sentido escénico que asume convincentemente Fernando Cayo, aunque el peso de la palabra, bien proyectada, tiene un discursivo carácter, con frecuencia, que puede fatigar al público, que en buen número acudió a la Muestra en el Arniches. En suma, la ambición, las convulsiones, los abusos de diversa índole en todas las épocas, o las víctimas haciendo reverencias al verdugo. «La patria se debe defender siempre con ignominia o con gloria, y de cualquier manera estará defendida», dice el ambiguo Nicolás Maquiavelo. «La virtud tomará las armas contra el furor». Y la vida sigue a pesar de las utopías imposibles por los condicionantes contrarios a día de hoy.

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