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Desde mi terraza

Luis De Castro

Ley y orden

Ley y orden es el título de una serie televisiva estadounidense que sigue emitiéndose en la actualidad. No voy a referirme a la famosa ficción, pero sí voy a tomar su título; porque me pregunto si el desorden reina en Cataluña a causa de la Ley. La respuesta es complicada, porque lo cierto es que con la aplicación de las leyes debería reinar el orden. La situación en esa Comunidad es muy tensa, porque dos millones de personas descontentas o disconformes pueden hacer mucho ruido; y todo esto podría haberse evitado si el Molt Honorable Carles Puigdemont no hubiera vacilado en convocar las elecciones autonómicas que finalmente el Gobierno se ha visto obligado a convocar, aunque es cierto que elucubrar sobre cuál sería la situación de no haber vacilado el president es ciencia ficción. El Ayuntamiento de Alicante pasa por el peor momento desde que se creó el tripartito en las elecciones municipales de hace dos años; si bien es cierto que el orden no ha reinado prácticamente en ningún momento, es ahora, con la petición de dimisión del alcalde socialista Gabriel Echávarri por parte de sus socios de gobierno, cuando nos encontramos ante un futuro incierto. Y no trato de poner paños calientes al alcalde, al que se le acusa de dos irregularidades administrativas que se quiere elevar a la categoría de delito, pero no puedo olvidar los largos años de gobierno del Partido Popular en los que, existiendo verdaderos indicios de delitos (ahora sí) económicos, y estando imputados en la actualidad los dos últimos alcaldes ambos están indemnes, surgiendo así un agravio comparativo. Es otra situación desordenada que hace imprevisible el futuro de esta ciudad en los dos años escasos que quedan hasta las próximas elecciones. El orden pacifica los ánimos, tanto en la vida política como en la vida privada de la gente; y no es que un servidor se considere una persona ordenada, aunque sí una persona de orden, atención al matiz; lo cierto es que me resulta imposible sentarme a escribir en un espacio desordenado, por lo que me aplico a hacer más grata mi tarea dedicando un poco de tiempo previo a colocar en su sitio las cosas, los objetos que me rodean. No dudo que otras personas puedan sentarse a trabajar sin que el desorden les reste eficacia, pero yo no soporto a mi alrededor una cama sin hacer o un fregadero con la vajilla amontonada: el orden me trae la paz, muy recomendable para el cada vez mayor número de personas que viven solas. Y si ese tipo de conducta nos sirve individualmente, parece lógico aplicarla a la sociedad en general, y más concretamente a los dos casos de conflicto citados. Ahora mismo se está demostrando que verdaderamente existe la división de poderes, y el judicial se está ejerciendo con contundencia; lo que no impide que los ciudadanos podamos discrepar, porque efectivamente la ley hay que cumplirla, los jueces se atienen a lo que marca la ley pero no es menos cierto que la interpretación de las misma es, en muchos casos, discutible. Personalmente opino que no estaríamos donde estamos si en lugar de dictar prisión incondicional a los miembros del Govern, la Audiencia Nacional les hubiera inhabilitado para toda función pública acompañando con una sanción económica; en cuanto a los que esta misma semana serán juzgados por el Tribunal Supremo, sucede que el alto tribunal puede entrar en conflicto con las decisiones tomadas por la Audiencia para los no aforados, hoy entre rejas. De ser así, la situación se complicaría todavía más y la respuesta de la sociedad catalana es previsible si la mesa del «Congres» termina también en prisión. A mayor abundamiento, el Senyor Puigdemont echa leña al fuego con sus arengas desde Bruselas, cada vez más exaltadas y sorprendentemente emitidas en su totalidad por TV3.

Como ven, amigos lectores, el orden deseado está muy lejos de conseguirse. Espero y deseo que el sentido común se imponga.

? La Perla. «Quien tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra» (Nicolás Maquiavelo, filósofo político italiano, considerado Padre de la Ciencia Política Moderna)

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