El pasado sábado, 28 de octubre, nos convocó Riegos de Levante a la asamblea informativa para, por un lado, conocer las razones que han llevado al Gobierno de España a gravar con un nuevo pago a los usuarios del trasvase Tajo-Segura y, por otro, para informar de la grave situación de sequía. Pero dado que en estas fechas, ha vuelto a salir el fantasma del trasvase del Ebro (enterrado por el PSOE y bendecido por el PP), quisiera explicar cuáles son los argumentos que me hacen pensar que los trasvases, muchas veces no son una solución sino una parte del problema.

Desde la perspectiva técnica, existen infinidad de estudios tanto a favor como en contra de la realización de trasvases de agua entre cuencas hidrográficas distintas. En todos los estudios se busca la solución más favorable y eficiente con la tecnología existente y siempre al menor coste posible. Es por ello que la posibilidad técnica, solamente se ve condicionada por la viabilidad económica.

En esta reunión del día 28, la (creo que era) secretaria de la Comunidad de Regantes utilizó como argumento para defender la posibilidad de un trasvase el hecho de que en todo el mundo se instalan miles de kilómetros de cañerías que conducen gas o petróleo, por lo cual, no podía entender las razones para no conducir agua. Pero una vez más hemos de dejar el discurso populista ya que estas afirmaciones tendrían que ir acompañadas de la información primordial: cuanto más lejos llevemos un fluido de una parte a otra, mucho más caro sale, ¿está el agricultor en condiciones de pagar el agua a 1?/m3? Seguro que no.

Necesitaríamos una política de subvenciones todavía mayores que redujese el precio a límites asumibles. Y eso es lo que actualmente pasa, que el agua está subvencionada para unas zonas que son precisamente las que tienen una climatología idónea para la agricultura en cuanto a temperaturas y horas de sol, pero no en disponibilidad de agua para riego. Por ello, un agricultor de una zona (un poco más) húmeda de España cuando escucha decir que ese recurso que pasa por la puerta de su casa, quieren llevárselo a quinientos kilómetros de distancia para que otro agricultor produzca más y a mejor precio que él y encima con subvenciones que también salen de sus impuestos, entonces igual tiene alguna razón para recelar y pensar que va a salir perdiendo.

Desde el punto de vista humano, hemos de tener en cuenta que las apelaciones a la solidaridad están totalmente justificadas y de hecho, debería ser el paradigma principal de cualquier sociedad. Pero ocurre que el trasvase del Tajo-Segura es un claro ejemplo de generación de dependencias que no ha solucionado definitivamente nada, ya que por mucho que nos empeñemos y pongamos el grito en el cielo, la llave de paso no es nuestra y no podemos apelar a la solidaridad de nadie si les tocamos el entorno y la posibilidad de subsistencia.

También me parece que la perspectiva humana ha de tener en cuenta el medio natural. Escucho con mucha frecuencia el argumento de que millones de litros de agua se desaprovechan al verterse al mar. Como si fuese un crimen, se le acusa a los ríos de consentir a los árboles y la vegetación que crezca a su paso. Hacemos desaparecer cañizales para que corra el agua y evitar que cuando el río baja con las escrituras de propiedad, inunde las riberas y de paso las nutra, ya que ahora hemos construido de todo en estos espacios y no podemos tolerar esos «desmanes» de la naturaleza.

Al hablar del trasvase del Ebro hay que dejar claro que si estuviese en marcha, la situación de sequía y el desastre económico hubiese sido muchísimo mayor. La construcción de esta infraestructura llevaba parejo el incremento de las superficies de regadío (mucha de esta superficie se rotuló de forma ilegal en los años inmediatamente posteriores a la aprobación del PHN con el beneplácito de los gobiernos de València y Murcia de la época, ambos de su partido) y por lo tanto, hoy tenemos más superficie regable que recurso había previsto, pero si se hubiese llevado a cabo, seguramente estaríamos en el doble de superficie que la actual y cada vez que hubiese sequía, no se hubiese podido regar por falta de agua en la cuenca del Ebro, tendríamos pues, que repartir los pocos recursos de que disponemos a la mitad. ¿Con qué agua regaría hoy, si no se hubiese construido ninguna desalinizadora? Muchos las demonizaron pero se «desgallitaban» pidiendo obras faraónicas. Todo el mundo sabe muy bien que «el agua, por donde pasa, moja», ¿a que sí?