En las últimas semanas, algunos vienen achacando a Ciudadanos una postura de inhibición frente a la grave crisis institucional que padece el Ayuntamiento de Alicante. Todo ello pese a que promovimos en su día, ya han llovido 6 meses, una comisión de investigación para esclarecer el asunto de las facturas de Comercio, luego acudimos a los juzgados, respetando primero el tiempo político, y hace una semana impulsamos en pleno una reprobación del alcalde por entender que no estaba a la altura de las circunstancias y a la altura de la institución a la que representa.

Hoy me gustaría reflexionar sobre el valor que tiene la palabra dada. Anteriormente la palabra tenía un valor muy importante, porque iba acompañada por los actos...la palabra era el aval para que te otorgaran la confianza. Será por eso de la modernidad (el pensamiento líquido y fluctuante) o quien sabe por qué, pero ese valor se ha perdido. Compromís utiliza palabras grandilocuentes, vacías de significado y repletas de juegos retóricos para explicar lo inexplicable: incumplir la palabra dada. Hoy Compromís pide dimisiones y mañana da oxígeno para después congelar un pacto forjado sobre cimientos tan endebles como su palabra. ¿Con qué autoridad moral podrán pedir ahora que la ciudadanía confíe en ellos, en su palabra? ¿Con qué autoridad podrán dar la cara sobre la situación que se vive en la ciudad?

Dos años y medio después de haber tomado posesión yo me pregunto: ¿En qué se ha convertido el ayuntamiento de Alicante? Los socios del tripartito tenían la oportunidad perfecta para mejorar la situación en el que lo había dejado el PP: con una imagen denostada por la sombra de la corrupción, con las arcas del erario hipotecadas y con el interés público mezclado con espurios intereses urbanísticos. Pero es que cada día, los del tripartito o bipartito se superan: los paseos a los juzgados no son cosa del pasado reciente, Compromís no tiene palabra y Guanyar anuncia que se va pero aplaza las decisiones para hacerlo coincidir con el debate de la ciudad, un debate que aún no sabemos ni si se celebrará...y eso que en las Cortes Valencias, en València y en Elche, por poner algunos ejemplos, sí han sabido hacer sus deberes. ¿Por qué se tiene que situar de nuevo el Ayuntamiento de Alicante en un estado de excepcionalidad?

El tripartito o bipartito están consiguiendo que lo peor sea visto como lo mejor...porque después de dos años y medio no hay ninguna obra importante para la ciudad, porque los únicos logros del tripartito son que desde Turismo se espantan los cruceros, que Comercio juega con posibles fraccionamientos de contrataciones, que la limpieza sigue donde estaba, de mal en peor, mientras la auditoría de la contrata de 2016 se oculta con total descaro, por los que anunciaban en campaña no pagar más y apretarle las tuercas a Ortiz. Todo ello sin olvidar el segundo «culebrón» del señor Echávarri, el del despido de una funcionaria interina sin ningún criterio objetivo aparente.

¿Y qué puede hacer Ciudadanos ante esta «melé»? Recordar día sí, y día también, que la institución municipal pivota en estos momentos en un bucle endogámico de intereses partidistas que nada tienen que ver con las preocupaciones reales de los ciudadanos alicantinos. Recordar que con la composición actual del Ayuntamiento, con los dos tránsfugas incluidos, nadie tiene autoridad política suficiente como para dictar verdades absolutas. Y, sobre todo, nos queda pelear por los intereses de la ciudad, hablar con vecinos y colectivos, y trabajar para aportar soluciones y sentido común en todo este caos. Y manifestar que Ciudadanos no va a participar en ninguna maniobra oscura, ni en ninguna conspiración palaciega.