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Tribuna

40 años del regalo de Eusebio Sempere

El 5 de noviembre de 1977 fue uno de los días más importantes en la historia de la ciudad de Alicante. Y, sin duda alguna, uno de los más emocionantes

El 5 de noviembre de 1977 fue uno de los días más importantes en la historia de la ciudad de Alicante. Y, sin duda alguna, uno de los más emocionantes. El artista alicantino Eusebio Sempere hacía realidad un deseo expresado apenas un año y medio antes. Ese día se inauguró el Museo de La Asegurada con la instalación de la Colección Arte Siglo XX, la colección de obras de arte que Sempere donó a la ciudad para disfrute de todos, en el mayor acto de generosidad que nadie ha tenido con Alicante. Hoy esa colección constituye el pilar básico del MACA, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante.

Aquel día, agotado pero radiante, con una corbata de diseño geométrico, Sempere inauguraba uno de los primeros museos de arte contemporáneo de este país. Hace ahora 40 años. Fundar un museo en plena transición democrática era un hecho político en sí mismo y lo de Sempere era una actitud y un convencimiento. Donar su colección privada fue consecuencia del profundo compromiso con el arte contemporáneo que caracterizó toda su vida. Un acto de fe extremadamente generoso que aquel día convocó a las personalidades artísticas más importantes junto a un Sempere pletórico, convencido de la trascendencia de su gesto. Artistas, críticos, estudiosos y galeristas arroparon al amigo y alabaron y reconocieron su esfuerzo. Pero también las autoridades políticas. Al acto acudieron no solo las personalidades locales que siempre apoyaron el proyecto encabezadas por el alcalde Ambrosio Luciáñez, sino el mismo ministro Pío Cabanillas, jefe del primer Ministerio de Cultura y Bienestar que había sido creado apenas unos meses antes. Su presencia demostraba el interés de su gobierno por democratizar la cultura y reconocía los valores que el arte y la cultura podrían aportar en el complicado proceso democrático. Y en ello estaba Sempere.

Agradezco infinitamente la presencia del Excmo. sr Ministro de Cultura por su asistencia a este sencillo acto y con mi deseo de que transmita a su majestad Juan Carlos I rey de España, que sin prisas y sin descanso, continúe la labor de mecenazgo que emprendieron sus ilustres antecesores, los Borbones y los Austrias para seguir enriqueciendo nuestro patrimonio y nuestra tradición artística.

Agradezco a nuestro alcalde señor don Ambrosio Luciáñez que con tanto entusiasmo y desvelo ha hecho posible la consecución de esta obra, así como a la corporación municipal. Gracias a las donaciones que me hicieron tan ilustres artistas como Eduardo Chillida , Luis Tomasello , Fernando Zóbel nuestro primer mecenas, Fernando Mignoni y la Galería Maeght y a Francisco Pastor futuro director.

Os entrego alicantinos esta colección hecha con sacrificios para que la cuidéis y queráis como yo la he amado. Y nada más, gracias a todos, amigos de Onil, País Valenciano y España que habéis venido a saludarnos.

Este fue el sencillo discurso de inauguración que leyó un Sempere nervioso y que conservamos manuscrito y con tachones. Lo había anunciado en alguna de sus cartas: quería un acto sencillo y sin discursos por su parte pero, abrumado por el gentío que se congregó en el acto, debió casi de improvisarlo y desprende cierta ingenuidad. Las excelentes fotografías que conservamos de aquel día ponen de manifiesto la importancia de aquella inauguración que había traído de cabeza a todos. Una multitud ocupaba la planta baja de esta Casa de La Asegurada. Los medios de comunicación describieron los acontecimientos con detalle desde días antes y siguieron varios días después.

Sin embargo, el plan era otro. El Ayuntamiento había propuesto inaugurar coincidiendo con las Hogueras pero Sempere quería elegir un día que no fuera ruidoso. Me aterran las tracas y el gentío. Y lo digo porque piensan ir a la inauguración bastantes amigos de aquí y después elegir entre quedarse o marcharse. Las fallas es una fiesta muy especial y en cierto modo reñida con el silencioso mundo del arte. Y cierto que vinieron muchos de sus amigos. Menos mal que las obras de adecuación de la Casa de La Asegurada se dilataron y la instalación de las obras se prolongó en el tiempo. No se pudo inaugurar hasta ese otoño de 1977.

Quiero mandar un camión con esculturas para poder tomar proporciones y medidas para la confección de los pedestales, que según hablamos, los harán los carpinteros del Ayuntamiento. Después, irá otro camión con los cuadros, ya que la colocación es más fácil. Sempere no quería prisas. El catálogo se tendrá que hacer después de la inauguración y con tiempo, y esto es caro. Nada que esté relacionado con el museo debe estar mal hecho ni deprisa. Sigo comprando cosas que me faltan, hasta completar lo que considero necesario para la apertura.

Efectivamente desde que el 30 de enero de 1976 anunciara la intención de donar la colección a la ciudad, Sempere se compromete con el proyecto: Tengo experiencia en este tipo de instalaciones: el Museo de Cuenca por ejemplo, y conozco el tesón y lo exigente que hay que ser para que el resultado sea excelente y ejemplar. Debe ser la mejor instalación de nuestro país, sin egoísmos por parte de nadie. Sin nombre pues tampoco el mío quiero que figure en el título del Museo o Colección. Y se embarcó en una vorágine de adquisiciones por compra, donación e intercambio que no cesaría. Me marcho el lunes a París para hacer compras de ciertos cuadros que necesita esta colección y así voy a continuar sencillamente y sin deseos de notoriedad.

Inmerso en este frenesí de compras que le llevaron a la ruina económica, gastó más de lo que tenía e hipotecó su futuro. Como pienso que hagamos una sala que sea de arte gráfica, he comprado en Maeght tres litos grandes y estupendas para empezar la colección por ahí. Braque , Chagall , Giacometti para continuar después con nombres extranjeros y españoles que convenzan. Iba a comprar un Picasso (grabado) pero son 500.000 pesetas y de momento estoy en la ruina, pero me reservan un grabado estupendo. Aunque estoy contento de haberlo hecho... repetía una y otra vez. No sabemos con certeza la cantidad económica que Sempere comprometió pero sí sabemos que tal esfuerzo sería hoy irrepetible.

Solo un par de meses después parece que lo tiene todo y manda ya imprimir las tarjetas de invitación para el día de la inauguración. Quedamos en que el día 5 de noviembre es buen día por ser sábado y además tenemos tiempo de acabarlo todo con tranquilidad. Os dije que mucha gente estará en París hasta últimos de este mes, entre ellos Chillida y otros de galerías. Sempere estaba pendiente de todos los detalles. Haced un formato bonito, pienso que alargado y sobre cartulina blanca con letra bonita negra, que no parezca una invitación a boda. No dejéis para último momento los sobres de las invitaciones. Invitaciones que el Ayuntamiento hace llegar a una lista interminable que Sempere cuidadosamente había contrastado: nombres, cargos, direcciones, teléfonos, billetes de avión para sus amigos del mundo del arte que acudieron aquel noviembre a Alicante y que Eusebio y Abel recibieron en el mismo aeropuerto, preocupados por agasajarlos como debían. Todos estaban felices. Y orgullosos del amigo Sempere que hacía historia. Disfrutaron del museo, comentaron las piezas de cada uno y se reconocieron en ellas.

La inauguración terminó en el Castillo de Santa Bárbara donde se tomó una foto de grupo trascendental. En las escalinatas del Patio de Armas se reunieron los mejores artistas de una generación irrepetible. Y todos estuvieron en Alicante aquel 5 de noviembre de 1977. Y asociaron para siempre el nombre de la ciudad a Eusebio Sempere.

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