Siempre es mejor vivir sin miedo, poner la muerte en su sitio es lo que se hacía desde tiempo inmemorial en un mundo donde todo lo humano se vivía de forma más natural, seguramente porque la cercanía con la Parca les hacía verla de otra manera, más normal.

Hoy huimos de la muerte, nos da pánico, archivamos al finado lo antes posible y a base de lexatin y psicólogo intentamos olvidar pronto las ausencias y seguir para delante, esperando que nos toque lo más tarde posible y de forma leve. Y si me apuran, que no le importe a nadie o casi nadie. O sea, de extrema ancianidad. Sin embargo, con todo ello, nos perdemos mucho, entre otras cosas aquello que la Calaca nos aporta de sabiduría, de experiencia y de realidad. Avanza por el mundo una corriente de esas que crecen poco a poco y que ahora es muy «cool». Hablo de la moda de visitar cementerios, casi coimetrofilia. Esos lugares tan curiosos como sorprendentes que nos esperan pacientemente.

En Londres son increíbles, ya sorprende que haya muchos en las mismas calles, junto a las iglesias y que sean uno de los lugares preferidos para leer, descansar o estudiar. La tumba de Karl Marx es un lugar muy visitado en el magnífico y tétrico Highgate Cemetery. Isaac Newton y Charles Darwin nos muestran sus mausoleos en la Abadía de Westminster, una auténtica necrópolis. En París es visita obligada el cementerio Pere-Lachaise con sus tumbas de Édith Piaf, María Callas, Jim Morrison, Oscar Wilde, Balzac o Proust. Montparnesse y Montmartre también son para ver, allí nos espera lo que queda de Cortázar, Baudelaire, Sartre o Alejandro Dumas, Stendhal o Degas.

Es muy bonito el magnífico cementerio del Castillo de Niza, ciudad esta hermanada con Alicante, en plena costa azul, que está situado en lo alto del la zona centro de la ciudad. No se pierdan el de Edimburgo, Greyfriars, con leyendas escocesas y la famosa historia del perro «Boby». Berlín con sus monumentos como el antiguo cementerio judío, impresionante y de muy inteligentes hacer de un triste recuerdo un lugar donde juegan los niños. Dicen que el viejo cementerio judío de Praga es impresionante, tengo que ir.

En España hay una asociación de amigos de los cementerios que va desarrollando diferentes actividades para difundir las actividades que se pueden hacer en los camposantos mientras estás vivo. Un montón de cosas, se hacen ya en algunos, como programar visitas nocturnas con velas y guías que te cuentan todo lo que hay que saber sobre el lugar, también abrirlo como atractivo turístico y cultural, esculturas, literatura, personajes ilustres, historia e historias en ningún lugar conviven mejor que en un cementerio.

El de Alicante no es cualquier cosa, allí están Gastón Castelló, José María Py, toreros, personalidades y Miguel Hernández, suficiente para crear una más que interesante visita. Hay panteones de bella factura escultórica, curiosidades mil y devenires políticos y religiosos por doquier donde aprender. Además, miren los nombres, disfruten leyendo esos horizontes onomásticos, nombres hoy casi desaparecidos que eran habituales no ha mucho: Gaspara, Luciano, Nicolasa, Apolonia, Bernarda, Celedonia, Eustaquio, Genovevo, Pantaleón o Nicomedes? Una delicia. ¿Por qué no valorizar un espacio donde se puede aprender y conocer? Además, un lugar donde solo el día de Todos los Santos hay aglomeraciones. En positivo: poner en valor el cementerio de Nuestra Señora del Remedio, que así se llama, serviría para crear un atractivo que ya se tiene y tiene mucho que ofrecer y además que sirva para adecentar y mejorar el entorno de la zona, que como no se actúe será un lugar también para hacer un tour turístico, pero friki.