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Lucas V. Belmar

La importancia de llamarse Portillo

Con Gustavo Siviero ya amortizado y Claudio Barragán recién llegado al banquillo del Hércules, la grada del Rico Pérez se acordó el domingo de Javier Portillo en forma de cántico ante el bochornoso espectáculo protagonizado ante el Santa Eulalia. Tras el gol salvador del alicantino Samuel en el minuto 92 (en el primer disparo de los locales entre los tres palos), el «Portillo vete ya» resonó con más fuerza y debo reconocer que no me esperaba que alguien se acordara a estas alturas del exjugador de Aranjuez, que afronta su primer proyecto en solitario como director deportivo tras la despedida de Dani Barroso. Curiosamente el técnico vasco es el único que ha pagado los platos rotos de las últimas campañas ya que Carlos Parodi sigue ocupando su despacho pese a que anunció entre lágrimas que se marchaba porque supuestamente Ramírez llegaba con ánimos renovados y ganas de cambiar las cosas.

Mantengo que este Hércules tiene una plantilla más profunda y compensada que en anteriores campañas, aunque con carencias evidentes como la de un mediocentro con jerarquía o un rematador puro. Sin que sirva de justificación, es justo recordar que el máximo responsable de la parcela deportiva empezó a fichar seis semanas después que el resto por el bloqueo con Hacienda y en el camino se quedaron jugadores como el delantero Carlitos López o el polivalente Gonzalo Verdú, ambos rindiendo a gran nivel en el Wisla polaco y el Elche, respectivamente.

Toda planificación es mejorable, pero este Hércules tiene mimbres para, por ejemplo, vencer y convencer ante el Peralada y el Santa Eulalia en el Rico Pérez sin la necesidad de encomendarse a goles milagrosos en tiempo de descuento. Nadie mira ya al banquillo porque la culpa no está ahí. La semana pasada de entrenamientos fue de alto nivel, con más intensidad y prolífica en propósitos de enmienda. Pero luego llega el «verde», sobre todo el Rico Pérez, y ahí a casi todos por ahora les «canta la gallina». O dicho de otra manera, les pesa la camiseta demasiados kilos. Sólo el lateral Juanjo Nieto y el incombustible Juli están dando el nivel esperado. Ni carburan los veteranos Peña, Checa y Chechu Flores, ni el joven Pepelu como referente en el centro del campo.

Gaspar y Miñano siguen sin con sus intermitencias y en los centrales Samuel y Santamaría afloran unos nervios impropios de su experiencia. «Están bloqueados», me aseguraban el domingo por la tarde. Y no podían decirme una frase más inquietante, ya que la escuché hasta la saciedad la pasada temporada y ya saben cómo acabó.

La tregua del calendario ya acabó y ahora vienen tres «miuras» en forma de rivales directos. Mallorca, Atlético Baleares y Mestalla medirán de qué pasta está hecho este Hércules. En el vestuario hay buenos currículos, años de experiencia y futuros más que prometedores, pero ahora toca dar el do de pecho en el presente. Elevar el listón hasta situarlo a la altura del escudo y hacer simplemente lo que por ahora sólo hacen Juanjo Nieto y Juli: mirar siempre hacia adelante, vaciarse y no dejar de intentarlo. Nada más.

Que el miedo escénico se apoderara del vestuario sería la peor de las noticias y obligaría a una revolución en el mercado de invierno.

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