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Crítica de teatro

Cervantes ronlalero

Pasen y vean a Ron Lalá en Cervantina, espectáculo con «versiones y diversiones sobre textos de Cervantes»

Cervantina

TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

Versión y música: Ron Lalá. Dirección: Yayo Cáceres.

Combinar el teatro, el humor o la música en vivo y agitar estos ingredientes en la coctelera puede estar bien para servir la bebida al personal. Depende de qué y cómo. Aquí tenemos un juvenil montaje de corte popular (o populachero), exceptuando ciertas líneas, que usa a don Miguel como coartada para mostrar puerilidades impregnadas de picaresca y añejos soniquetes. Gustos diversos hay. Pero la realidad no cambia. Pasen y vean a Ron Lalá en Cervantina, espectáculo con «versiones y diversiones sobre textos de Cervantes». No es mala inspiración para la creatividad de los actores dirigidos por Yayo Cáceres en esta coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Desde el inicio manifiestan que se ha declarado un brote de virus de cervantina en el Principal, cuyos síntomas son los ataques de risa inteligente, la agudeza o la defensa de la libertad. La vacuna no existe, y nos aproximan al universo del inmortal escritor. Mezclan así las canciones con guitarras y los fragmentos textuales. Buscan un dinamismo permanente que logre la atención, y los acentuados comediantes asumen variados papeles. La musa (Iñigo Echevarría) y el autor (Álvaro Tato) establecen un vínculo de cara a la escritura, aunque todo tiene un precio. Quedan de relieve los celos extremados de El celoso extremeño, una de las Novelas ejemplares, o de El viejo celoso, uno de los ocho entremeses de Cervantes. La temática de amor de La gitanilla y una pregunta al público, «¿De qué está harto-a?» partiendo de las miserias sociales de El hospital de los podridos. O el gremio de los ladrones en Rinconete y Cortadillo, además de alusiones a El coloquio de los perros (mucho antes del mundo Disney), El licenciado Vidriera o El retablo de las maravillas. El lúdico y versátil elenco lo completan Juan Cañas, Miguel Magdalena y Daniel Rovalher. Todos recurren a las chirigotas y a las coplillas con breves críticas de hoy sin valor teatral. Y la dirección de Yayo Cáceres y el grupo unen las piezas del creativo (y cuestionable) asunto.

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