Hasta ahora, la bibliografía sobre la Orquesta de Cámara de Alicante se reducía a un par de páginas en la obra de Juan de Dios Aguilar Gómez titulada «Historia de la Música de la Provincia de Alicante», en las que, además, hay varios errores, tal como ha evidenciado José Manuel Pastor Pastor, de quien hablamos la semana pasada.

Este joven fagotista alicantino investigó sobre la Orquesta de Cámara en varios archivos y bibliotecas, aunque su principal fuente fue la hemeroteca, nunca hasta entonces consultada con este fin.

Estreno y plantilla

A principios del siglo pasado, en la ciudad de Alicante no había una orquesta sinfónica por falta de instrumentistas. Sí había, sin embargo, varias agrupaciones musicales: la capilla de San Nicolás, La Wagneriana (fundada en 1903), el Orfeón Alicante (1901), y las bandas de música Municipal (1912) y de la Cruz Roja (1916). A éstas se unió la Orquesta de Cámara, cuya presentación se llevó a cabo el 10 de diciembre de 1927 en el Ateneo. Se interpretó la «Sinfonía n.º 104, Londres» de Haydn, «Idilio de Sigfrido» de Richard Wagner, «Dos danzas» para piano y orquesta de cuerda, de Debussy, y la orquestación de «Antaño», de Óscar Esplá.

El fundador y director de la nueva orquesta era José Juan Pérez, quien firmaba una columna de crítica musical en Diario de Alicante; y si bien las críticas sobre la orquesta que él dirigía en el día de su estreno fueron en general positivas, no lo fueron tan favorables hacia su persona, sobre todo las vertidas en El Luchador: «(?) Jamás habíamos visto un director más melifluo y antiestético. Su "posse" es única. En esto sí que es "el único". ¡Qué ademanes más poco viriles! Aquella pasadita del pañuelo por el cogote como si fuese a bailarse una rumba, al terminar la "Sinfonía de Haydn", nos hizo mucha gracia». El aludido respondió en Diario de Alicante atribuyendo tan dura crítica a su negativa a trabajar para El Luchador, del que había recibido una oferta, lo que provocó una agria y larga polémica, en la que intervinieron los directores de ambos periódicos y algún que otro profesional de la música, hasta mediados del año siguiente.

Pero, al margen de esta polémica, la realidad es que José Juan Pérez realizó un gran trabajo en la dirección de la Orquesta de Cámara. Su calidad y prestigio le sirvieron para hacerse cargo de la dirección coral del Orfeón de Alicante en 1928.

Aunque la composición de la plantilla de la Orquesta de Cámara varió a lo largo de los años en función del programa que debía interpretarse, sabemos que en sus comienzos estaba compuesta por 35 músicos, entre los que había una mujer: Paquita Coloma, primer violín. Había músicos profesionales (entre ellos el director y subdirector de la Banda Municipal, el director de la Banda de Música de la Cruz Roja y el director de la Banda de Música de Villafranqueza) y también músicos aficionados, como el médico Enrique Falcó, el comerciante Tomás Torregrosa, y los catedráticos José Mingot y Franklin Albricias Goetz (fundador de la Escuela Modelo, en cuyo local se realizaban los ensayos).

Repertorio y conciertos

En los programas de la Orquesta de Cámara se combinaban obras de autores clásicos con otros vanguardistas, como Honneger, Poulenc, Bartók o Stravinsky, cuyas interpretaciones resultaban mucho más arriesgadas ante auditorios poco conocedores de las novedades musicales que se estaban presentando en Europa por aquella época. Eran muchas de ellas obras inéditas, desconocidas hasta entonces no solo por el público alicantino, sino también, en algunos casos, por el español.

Aprovechando además que la mayoría de los compositores nacionales noveles preferían estrenar sus obras en agrupaciones de cámara, por no precisar un gran número de instrumentos, la orquesta dirigida por José Juan Pérez interpretó por primera vez en público obras de Gustavo Pittaluga («La romería de los cornudos», Teatro Principal, 10-2-1931; «Petite suite», Ateneo, 31-1-1935), de Fernando Remacha («Menuetto» y «Gavota», Ateneo, 23-12-1931), del alicantino Rafael Rodríguez Albert («Cinco piezas para pequeña orquesta y piano», Teatro Principal, 1-4-1928) y de Julián Bautista («Preludio para un tibor japonés», Ateneo, 23-12-1931). Además, dos obras fueron compuestas para ser estrenadas expresamente por la Orquesta de Cámara de Alicante el 31 de marzo de 1934, en el Teatro Principal: «Homenaje a Falla», de Joaquín Nin-Culmell, y «Obertura de la meditación de Sigüenza», de Rodríguez Albert.

La Orquesta de Cámara de Alicante actuó en otras ciudades: Cartagena, Orihuela, Palma de Mallorca, Elda, Elche; y a veces en compañía de solistas tan famosos como la mezzosoprano barcelonesa Conchita Supervía (Teatro Principal, 13-5-1928). Participó en varios homenajes, como en la celebración del 32º aniversario de la Escuela Modelo (1929); del 21º aniversario de la muerte de Chapí (1930); a Óscar Esplá (14-6-1931, al que asistió el ministro de la Guerra de la República, Manuel Azaña); al presidente Niceto Alcalá Zamora (17-1-1932), de visita en la ciudad; y a Joaquín Rodrigo (31-1-1935).

Compromiso social y republicano

El compromiso social de los miembros de la Orquesta de Cámara de Alicante se evidenció en los numerosos festivales y galas benéficos en los que actuaron, como el celebrado el 14 de abril de 1931 en el Monumental Salón Moderno, a favor de los presos políticos por el pronunciamiento militar contra la monarquía del 12 de diciembre anterior; o en beneficio de los obreros desempleados, organizado por los antiguos alumnos de la Escuela Modelo el 6 de junio de 1931; o «para solaz de los enfermos» del Hospital de Alicante, el 19 de junio de 1932; o a favor de las cantinas escolares, organizado por los estudiantes de Magisterio el 14 de diciembre de 1932; o el 21 de mayo de 1933 y el 27 de mayo de 1934, en beneficio de los obreros y estudiantes alicantinos, los cuales pudieron entrar gratuitamente al Teatro Principal, para asistir a los conciertos, sin distinción de matiz político alguno; o para el Ropero Escolar, el 12 de diciembre de 1933; o por las víctimas de la grave explosión pirotécnica que se produjo en el barrio de Carolinas en mayo de 1934, cuyo concierto se ofreció en el Salón España; o a favor de los Servicios Benéficos Provinciales, el 12 de diciembre de 1936.

Durante la Guerra Civil, todas las actuaciones de la Orquesta de Cámara tuvieron carácter benéfico: a favor de las Milicias Populares Antifascistas (16-9-1936), en apoyo de la defensa de Madrid (4 y 25-4-1937), en beneficio del Instituto Municipal de Puericultura (popularmente conocido como La Gota de Leche, 19-5-1937), de la Cruz Roja (29-11-1937), por los heridos de guerra hospitalizados en Alicante (23-1-1938), y a favor del Socorro Rojo Internacional (gala benéfica anunciada para el 5-4-1938).

Financiación y última actuación

La Orquesta de Cámara solo empezó a percibir financiación oficial a partir de 1930. El Ayuntamiento alicantino le asignó este año 1.000 pesetas anuales. Desde 1933 percibió, además, 3.000 pesetas por parte de la Diputación (siendo presidente Franklin Albricias). La Junta Nacional de Música también la financió en 1933 con 1.875 pesetas. Pero toda esta ayuda económica (insuficiente para cubrir gastos) finalizó al comienzo de la Guerra Civil. No parece, por tanto, que sus miembros percibieran ningún tipo de sueldo.

Según Aguilar Gómez, la Orquesta de Cámara dio su último concierto en 1937. José Manuel le corrige, pues en El Luchador del 26-3-1938 se anuncia su participación en un festival benéfico organizado para el 5 de abril. Pero no hay constancia de que este acto llegara a celebrarse.

En cualquier caso, tras la Guerra Civil, el director de la orquesta y muchos otros de sus miembros se exiliaron. Otros pasaron a formar parte de la Orquesta Sinfónica de Alicante, fundada el 26 de junio de 1939 y de efímera vida.

Durante sus diez años de existencia, esta orquesta alicantina fue una de las formaciones musicales más prestigiosas de la provincia, gracias a la calidad de sus interpretaciones y a su valiente repertorio, mediante el cual dio a conocer en Alicante las nuevas corrientes musicales, tanto extranjeras como nacionales. Una orquesta olvidada durante décadas, pero que gracias a José Manuel ahora reinstauramos en el lugar de la historia local que le corresponde.

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