Una vez analizado el comportamiento en los últimos meses del sujeto a estudio y, tras los recientes brotes observados, se propone desde esta tribuna la inclusión en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales y en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), avalada por la OMS, la inclusión de una nueva patología mental que se puede ubicar a caballo (o a lomos de jumento, cosas veredes que faran fablar las piedras) entre la esquizofrenia y la megalomanía: la Puigdemencia.

Debemos ser estrictos y atinar con los síntomas que resalten y pongan de manifiesto que un presunto enfermo sufre de Puigdemencia. Si se define como «enfermedad mental que se caracteriza por alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida de control de la realidad, sesgando, alterando y/o filtrando la misma» y se considera como origen probable «el concepto grandioso de uno mismo que provoca, indefectiblemente, episodios delirantes que cortan abruptamente con la realidad objetiva», quizás nos encontremos con un nuevo campo para la investigación de las enfermedades mentales. Y, creo yo desde mi profunda ignorancia, que el que desarrolle el tema y encuentre remedios paliativos y curativos se meterá en la talega el Nobel de Medicina como poco.

Eso sí, un consejo. Importante tener en cuenta que el paciente en algún momento puede manifestar comportamientos asimilables al padecimiento del TOC, entendiendo como tal el Trastorno Obsesivo Compulsivo y no el «toc, toc, ¿quién es?, el rey de bastos al revés». No hay que confundirlos, pues la Puigdemencia es altamente contagiosa en sujetos situados mentalmente en el mismo nivel que el transmisor, y, que yo sepa, el TOC va a ser que no se pega, no...

¿Y por qué esta propuesta? Viendo lo que estamos viendo, oyendo lo que estamos oyendo, avergonzándonos lo que estamos avergonzándonos y alucinando lo que estamos alucinando, una de dos. O estamos ante una enfermedad, y como tal puede tener tratamiento, o lo que padece el Molt Honorable Puigdemont es de ronzal y apero, arre burro arre. En este último caso, treinta años dan para purgar la tontuna.

Ya termino, azorado, apenado, afligido, atribulado y consternado como me hallo. Lo que está penando Cataluña, con el patético reflejo de lo que ha ocurrido, pasará a la Historia (la catalana, la española y la mundial) como el episodio más lamentable, más triste y, a la vez, más grotesco y ridículo jamás acontecido. Suceso a anotar en el haber de un President felón, traidor, cobarde y superado por todo y por todos. Carles Puigdemont, el primer ser humano en ser diagnosticado con puigdemencia, patología mental que, a día de hoy, no tiene cura, a no ser que, profano como soy en la materia, el bálsamo tenga nombre y se denomine 155€