Hace unos días el ministro de Sanidad del actual Gobierno conservador inglés dirigido por Theresa May anunció una medida que pretende implantar en la sanidad pública inglesa -sanidad ya de por sí al borde del desastre absoluto después de varias décadas de destrucción sistemática por parte de los conservadores británicos- por la que se generalizaría la precariedad en el personal sanitario comenzando por el área de Enfermería de los hospitales públicos. La idea que, al parecer, ha tenido este ministro ha sido la futura utilización de lo que ahora se llama «economía colaborativa» en el ámbito sanitario de una manera que es al mismo tiempo tan sorprendente como terrorífica. Lo que se pretende en esta nueva vuelta de tuerca para el vaciamiento definitivo de un servicio básico estatal es que las enfermeras y enfermeros estén en sus casas en contacto con la gerencia del hospital público, y por tanto a su disposición, para poder ser llamado en cualquier momento que se requiriese de sus servicios mediante una aplicación de teléfono móvil sin que mediase una relación laboral duradera, es decir, sin contrato laboral fijo, si no simplemente ser pagado como si se tratase de un autónomo. Ni siquiera se les llamaría por teléfono si no que los enfermeros recibirían un mensaje mediante esta app con la hora y área en la que presentarse.

El argumento de semejante idea responde al ideario de los neoliberales europeos que con el pretexto de mejorar el servicio sanitario público no dudan en desguazarlo allá donde pueden para generar provecho en beneficio de la sanidad privada. Miembros o simpatizantes de los llamado think-thanks, grupos de presión de carácter radical económico que organizan encuentros para perorar sobre las ventajas del liberalismo, que a base de repetir mantras falsos han conseguido convencer a una importante parte de la población de que reduciendo costes en personal se consigue mejorar el servicio sanitario, cuando en realidad lo que se pretende es convertir a los enfermeros en autónomos evitando pagar su seguridad social y también sus horas extras dada la escasez de personal en los hospitales públicos ingleses.

La base principal de esta precarización del personal sanitario reside en dos ideas. Por un lado, pretender convencer a los destinatarios del sistema sanitario e incluso a los propios enfermeros de que este sistema de trabajo por aplicación de móvil redunda en beneficio de ambos. En primer lugar para los trabajadores, porque así podrían disfrutar de una mejor conciliación laboral ya que al estar más tiempo en casa que trabajando su familia sería la principal beneficiaria. Es difícil encontrar un mejor ejemplo mejor del concepto de cinismo. Si hay algo que mejora la conciliación laboral es tener un horario de trabajo claro que cumpla las normas legales y un sueldo digno que permita llevar a cabo actividades familiares y no estar pendiente del teléfono para ir a trabajar durante un par de horas. En segundo lugar, para los ciudadanos, porque al ser uno de los mantras falsos repetidos por los neoliberales que con la liberalización del sistema sanitario se conseguiría una mejor sanidad, se vende la idea de que ahorrando en personal y en instrumental sanitario, es decir, haciendo trabajar a los vagos enfermeros de la sanidad pública y evitando el despilfarro de material sanitario, se conseguiría una mejor sanidad a un mejor precio. Lo increíble es que haya gente que se lo crea.

Por otro lado, la utilización de las nuevas tecnologías no es más que otro intento más de dar gato por liebre. Conoce el ministro de Sanidad inglés el terreno que pisa y sabe, por tanto, que publicitar este cambio con el mantra (otro más) de una mejora en la sanidad -sin dar un sólo argumento real del porqué- y utilizando una aplicación para móvil o tablet que tan de moda están ahora sabe que tendrá a su favor a esa parte de la población con escasa formación cultural e intelectual pero fanática de los gadgets informáticos.

Pero si usted, lector de este periódico, cree que la posibilidad de que algo así ocurra en España es imposible, tal vez no debería estar tan seguro. En la actualidad en días festivos y fines de semana en los hospitales privados apenas hay médicos. El número de médicos en los servicios de urgencia de estos hospitales privados es poco menos que anecdótico, estando una parte de ellos en lo que se llama guardias localizables, es decir, si hay una urgencia se llama por teléfono al médico para que acuda al centro y sólo entonces se le paga porque, claro, no va a estar en el hospital esperando a los enfermos: sería «un claro ejemplo de despilfarro» a juicio de los neoliberales. Además no hay que olvidar que se empiezan a ver en la televisión bonitos anuncios protagonizados por modelos con bata blanca y un fonendoscopio en el cuello en los que se quiere vender como algo revolucionario y de gran calidad que los pacientes puedan hablar y ver a su médico a través de la cámara del teléfono móvil.