Disonancias fronterizas. La artificialidad del límite político. Este es el título de la exposición que podemos ver en la sala A de la Lonja del Pescado, en Alicante. Una instalación sobre las fronteras y las migraciones, con diferentes objetos y vídeos que tratan de «denunciar el comportamiento político que permite, legaliza y fomenta las injusticias contra un colectivo de personas desfavorecidas».
Lo más impactante de esta instalación de Domix Garrido y Mario Gutiérrez es la gran embarcación neumática, situada al final de la sala, enfrentada a una acumulación de banderas de diferentes países. Una gran barca negra que todos hemos visto con decenas de personas apiñadas en su interior, las mismas que acaban ahogadas o bloqueadas en esos espacios cerca de las fronteras. Son imágenes que todos tenemos muy presentes ante este drama de supervivencia. Pero la barca descontextualizada, introducida en un espacio cerrado adquiere una dimensión extraordinaria. Es un trozo de realidad en una sala neutra, un objeto que sintetiza e ilustra esa realidad que normalmente vemos en los telediarios. Es un impacto visual con tanta fuerza que el mensaje domina y anula cualquier otra intención artística. Por lo que nos preguntamos cuál es la aportación del arte en esta imagen.
El año 1913, Duchamp presentó su célebre obra, un urinario, objeto que descontextualizó y concibió como obra de arte. Exposición que supuso un gran escándalo, pero partir de este momento la obra artística ya no dependerá exclusivamente de la ejecución del artista, sino que la elección y el cambio de contexto, el concepto que representara podía constituir el hecho artístico. Duchamp abrió las puertas y dio libertad al artista para conceptualizar y escoger diferentes vías en la creación. Hoy el concepto se ha convertido casi exclusivamente en el fundamento de la obra plástica, aunque la forma, la visión del espacio, del lenguaje reivindican su lugar. Pero qué nos quieren trasmitir en la Lonja. La simple elección de este elemento nos puede comunicar sensaciones contradictorias: el dolor, pero también el espectáculo, lo cual es sin duda inherente al arte, como a otras muchas manifestaciones. Sin embargo, proponer una instalación artística también conlleva el buscar una mayor incidencia en el concepto arte, sobre todo si se pretende ir más allá de la imagen impuesta por los medios de comunicación de masas. El artista hace arte con los medios que tiene a su alcance y en esta instalación prima la presencia del documento, quizá por la urgencia de la denuncia social. Este es el medio utilizado para analizar las formas de relación entre el individuo y la sociedad, pero no propone formas, ni espacio de renovación, no hay una alternativa a estas estructuras que limitan el lenguaje de la comunicación al impacto del espectáculo.
