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Tribuna

Una de turismo

Hablar de turismo es hablar de economía, es hablar de empleo y hoy también es hablar de crecimiento, los datos en toda España así lo atestiguan. En el primer semestre del año los visitantes en nuestro país aumentaron un 11,6%, estamos ante el motor que sostiene la economía española. No cabe duda, es algo muy serio y muy importante. Tal ha sido la avalancha y masificación en tradicionales y potentes destinos turísticos que comienzan a surgir voces que ponen en entredicho la calidad de este turismo. Cantidad o calidad. El debate, en verdad, no es nuevo, pero sí cobra especial relevancia cuando vemos en televisión los estragos de un turismo masificado que en algunos momentos destroza más que aporta. Lo vemos en televisión y lo vemos en nuestras calles en las fiestas de agosto.

¿Qué turismo buscamos en Elche? ¿La masificación de las fiestas de agosto o un turismo sostenible a lo largo del año?

Si nos atenemos a la intrépida concejala de turismo de Elche, Mireia Mollá, y su flamante equipo de mil y una personas, su objetivo es un titular que diga que Elche tiene cifra récord de ocupación hotelera y sacar pecho y vender lo buenos que son. Nos venden un idilio con los números y se arrogan un «éxito» que, habida cuenta de los datos de España, de la Comunidad Valenciana y de la provincia de Alicante no sabemos si es gracias a César Sánchez en la Diputación, a Ximo Puig en la Generalitat o a Mariano Rajoy en el Gobierno de España. ¿Se imaginan que los datos que esgrime la concejala de Compromís fueran gracias a las políticas de Mariano Rajoy? ¡Madre mía! ¡Qué tragedia para algunos!

Pero seamos justos, la señora Mollá sí tiene un modelo turístico y está basado en los impactos de internet. Asegura que las campañas turísticas que ha puesto en marcha han arrojado más de 30 millones de impactos. Lo que no nos dice es qué tipo de impactos son. Me explico. Existen impactos positivos e impactos negativos. Si yo lanzo por internet una campaña con unas personas desnudas haciendo el payaso tendré muchos impactos, si utilizo un video de un gatito los dispararé y si «contrato» una hormiga también. Ahora bien, ¿son positivos o negativos?, ¿reportan visitantes?, ¿hacen justicia a nuestra ciudad? Eso ya es harina de otro costal. Cantidad o calidad. Por lo que vemos la señora Mollá apuesta por la cantidad que le reporte un titular.

¿Es esta la política turística que queremos? Es la que tenemos, una política turística basada en los impactos de internet y en campañas como LA NEVERITA. Lo mejor que he visto en años.

Se presentó en una rueda de prensa para promocionar las playas de nuestra ciudad a principios del verano. Tenía de todo, una figura internacional, lemas pegadizos; a la playa con tupper de estrella Michelín, y mucho bombo y algún platillo (de plástico por supuesto). Quizá el único pero (y es raro que se les haya pasado) es que no contactaran con Georgie Dann para que hiciera un hit del verano. ¿Se imaginan? La neverita, la neverita, la playa de Arenales, llena de tupperwares...

Río por no echarme a llorar. Porque en mi insignificante opinión esto es muy triste, muy, pero que muy triste y perdonen que insista. Elche quiere llevar a gente a nuestras playas pero que vengan con una neverita llena de tuppers, eso sí, con recetas de primera no se vayan a pensar que en Elche no tenemos nivel, pero un tupper al fin y al cabo, o unos cuantos. Es fantástico, vamos a ver si conseguimos que después compren agua en algún establecimiento de esos que viven del turismo, para hacer caja digo yo.

La política turística de nuestra ciudad es, bajo mi humilde opinión, errática desde hace muchísimos años. Nos creemos un municipio de sol y playa cuando tenemos una playa magnífica, es verdad, y algunas otras playas abandonadas sin infraestructuras, también es verdad, pero nuestro verdadero valor reside en otras cosas. Elche es especial, es diferente y no sabemos poner en valor esa diferencia. Nos metemos en el mismo saco que cualquier municipio de la Costa Blanca y peleamos ese turismo y gastamos mucho dinero.

Nuestros políticos buscan y han buscado titulares sin importarles realmente un desarrollo turístico que suponga un verdadero crecimiento económico para nuestra ciudad. Lo hubo cuando Encarna Marco apostó por un turismo de congresos y se construyó el Centro de Congresos (la mitad, la otra sigue ahí con promesas de que se terminará de construir algún día), un turismo anual constante pero duró poco. En pleno debate sobre el agotamiento y el techo del turismo de sol y playa, nuestra apuesta es esa. Apostamos a caballo perdedor pero no importa porque conseguimos grandes titulares.

Elche tiene la madera necesaria para hacer un gran proyecto turístico, un proyecto que suponga al mismo tiempo una transformación de su modelo económico y de la propia fisonomía de la ciudad pero, y lo escribo con tristeza, ningún partido político hoy en Elche entiende esta gran oportunidad y la actual concejala de turismo menos todavía.

Elche no es la Costa Blanca, no es Alicante, no es Benidorm, no somos un municipio más. Somos un municipio abandonado y marginado en inversiones y financiación, otra gran verdad, pero tenemos duende, que diría Lorca. Sin embargo, ese duende está escondido, enterrado bajo políticas erráticas y erróneas. Creamos en nuestra ciudad, en cómo es y cómo podría ser, y dejemos de pensar que Elche es como cualquier otra ciudad. Aprendamos de los errores de los demás y actuemos con inteligencia y mirando al futuro.

El presente hoy es el turismo de tupperware, es el que queremos, nadie se ha quejado. En un afán por ser constructivo le propongo a la intrépida concejala de turismo, Mireia Mollá, que el año que viene ponga en marcha una campaña que se llame LA MOCHILITA para que venga la gente con una mochila a dormir gratis en el Palmeral, ¿Se imaginan? Duerme bajo las estrellas con un coste de cero euros. Qué maravilla. Si contratamos a la hormiga de la Dama los impactos en internet están garantizados. Adelante.

PD: Señor González, llevamos casi tres años tirados a la basura en turismo, en la vida existen lastres y usted como máximo responsable lleva uno muy grande, «el Compromís de Mireia Mollá», una especie de «perro del hortelano» que ni come ni...

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