«Ojalá este domingo regrese precisamente eso, la decencia. Debemos votar por ello, sería una bendición que nos ayudaría a cortar el paso al engaño, la falsedad, resultaría toda una venganza contra los prepotentes» (Emilio Lledó, filósofo decente)

Pero, ¿qué es la decencia?, ¿para qué sirve eso en la política?, ¿trae votos acaso? Puede entenderse que el sentido del voto en las municipales de Alicante y en las autonómicas de la Generalitat Valenciana de 2015 (Compromís logró entrar en muchos ayuntamientos, IU-Guanyar multiplicó sus votos, PSOE disminuyó votos y concejales) fue un clamor para recuperar la decencia en tantas corporaciones municipales infectadas de malos modos y peores prácticas políticas. El resultado de esos veinte años de tropelías y desmantelamientos dejó un panorama difícil de sanear y aún más difícil de gobernar, el tiempo habla por sí solo. Así lo planteaba un reconocido periodista local que se conformaba entonces con el resultado mínimo de conseguir limpiar y poner orden en la casa consistorial en esta legislatura. Algo se ha podido conseguir ya aunque no sea todo lo deseable.

Tampoco resultó muy sencillo construir un gobierno de etapas diferenciadas: primero limpieza y regeneración, después estructurar y aprovechar los restos del naufragio, finalmente conseguir construir los pilares maestros de una nueva política municipal presidida por la decencia, la cordura y hasta la atención a las necesidades más urgentes del vecindario: «la regeneración y el cambio, la ciudad más democrática, igualitaria, solidaria, sostenible». El programa de gobierno desarrolla estas medidas.

Se ha cumplido la mitad de la legislatura, avanza la última etapa en la que es posible materializar los capítulos más necesarios para la regeneración y para la construcción de una ciudad «más democrática... etcétera». Es la hora de colocar en el escenario la voluntad de los votantes de 2015, de atender a sus indicaciones sólo expresadas por el camino indescifrable del voto. Es indescifrable porque no sabían ellos entonces a dónde conducía ni cómo se realizaría. Hoy sí, hoy ya conocen la declaración de intenciones contenida en el pacto y los hechos con los que se pretende conseguirlo. Por eso es imprescindible contar con ellos sin remilgos. Lo que se estaba produciendo en la mañana de lunes, 23 de octubre de 2017, ese debate entre direcciones de Compromís (3 concejales) y PSOE (6 concejales) excluyendo a Guanyar (6 concejales menos la tránsfuga) es un desprecio a los votantes, la única fuerza que alimenta a los partidos.

En estos momentos de conturbación creciente, más allá del paisaje local, acompañados por la imputación del que resultó alcalde por presiones y componendas varias, no puede, no debe, repetirse la negociación secreta con la que resolver, más bien cumplir, la situación de quien puede considerarse señalado por el artículo del programa de gobierno que dice literalmente: «Retirada de las competencias que ostenten, y sueldo, a los concejales o concejalas imputados por causa de corrupción y hasta la resolución de su causa, en el marco de la legalidad vigente». Hay que mostrar las tupidas redes que se tejen en torno a un conflicto local, hay que señalar sin temor cuáles son los intereses, legítimos o no, que las mueven. Saberlo más tarde no sirve para nada.

Quizás es la hora de esa programática «auditoría ciudadana». No puede, no debe quedar al margen la sociedad organizada o individual. Las fórmulas para hacerlo existen. Eso mostraría la verdad del cambio para la decencia acordado en 2015, eso daría un giro regenerador a esta última etapa del gobierno tripartito que puede impedir la recuperación de la vergüenza tan largamente soportada en Alacant y en otros muchos ayuntamientos. Quizás hasta sea posible salir de los cenáculos, de los mentideros electrónicos tras los que se agazapan intereses particulares y se desprecia el beneficio general. Políticos, o sea humanos, uníos contra el secretismo, el ocultismo, el «si tú supieras, si yo te contara». Abrid de una vez las puertas y las ventanas contra la cerrazón de los pequeños intereses. ¿Es ya la hora de las asambleas informativas abiertas tantas veces reclamadas? Es también la hora de acordar unos pocos ejes importantes y urgentes que refuercen la credibilidad del gobierno tripartito en una ciudad tan necesitada de soluciones inmediatas.

¿Será esto una forma de decencia política?

Porque os amo, os lo sugiero.