El otro día me fui de paseo con un amigo a la Explanada. Fuimos al Noray, ese cubo minimalista que elogian muchos de los más destacados arquitectos mundiales, que está en el Puerto y que diseñó con acierto García Solera Jr. Lo poco bueno que tenemos lo cuidamos poco. Parece que ha cambiado de concesionario y no tiene nada que ver, carteles en sus paredes, las luces, música estridente donde antes había clásica y un cuidado exquisito de la obra arquitectónica. No conozco al responsable de antes ni al de ahora, pero la diferencia es clara. Seguramente el Puerto ha primado la oferta económica al cuidado de los detalles.

Ya nos deleitó el urbanismo alicantino con la supresión de la terraza del Teatro, que era la mejor de la ciudad, y han conseguido que en esa zona ahora haya exactamente lo que querían: absolutamente nada.

Algunas cosas no nos deberían pasar más. Perder trenes es una cosa y machacar e impedir lo que vale la pena es otra. Lo de la Casa Alberola, donde se quería poner en marcha un hotel y se han ido hartos de esperar es todo un ejemplo. Pero es tal la cola en urbanismo municipal que esos casos son solo la punta del iceberg, el que puede hundir el Alicanti-tanic. Los de Isla Marina no quieren ni oír hablar de hacer algo en nuestra ciudad, en Marmarela no se cortan a la hora de opinar sobre el Consistorio y las iniciativas se van frenando ante la fama de exquisitos de nuestros nuevos, y ya cansinos, próceres de la cosa.

Es curioso que a pesar de todo siguen llegando emprendedores a nuestra ciudad y que continúen apostando por montar cosas nuevas en la Terreta. No estaría mal apoyar un poco a los emprendedores, aunque sepamos que el paso de emprendedor a empresario en nuestro país es perder todos los galones, dejando entrever que la estupidez todo lo invade.

El mazazo, aunque anunciado y esperado, no ha dejado de saltar desde estas páginas; los grandes cruceros nos abandonan, prefieren otros puertos por falta de oferta turística adecuada y diferente.

Tenemos el MARQ en condiciones y otras cosas sin condiciones; también ideas que ni se consideran (aquí se han escrito unas cuantas). El castillo con escasez de creatividad y de personal y con salas cerradas en periodo estival; la Explanada sin planificar ni poner en valor, hay una buena oferta gastronómica pero mezclada con el más cutre asalto al viandante para que comas paellas precocinadas; hay un gran Mercado Central que tiene que estar pidiendo promoción los últimos 20 años y cuando se hace no vean la que se arma; comercios de calidad relegados por franquicias anodinas; el ocio mal planificado y creando zonas inhabitables; suciedad suficiente para asquear al más comprensivo. Y, encima, el Hércules no levanta cabeza. Falta adoptar y creer en conjunto y de una vez que somos una ciudad turística.

Hay mucho y muchos a los que apoyar, que lo necesitan y pueden crear riqueza, empleo y futuro. Es cosa de todos emprender un camino de progreso conjunto. Del esfuerzo de cada uno depende el futuro de todos.