Días después de que los administradores del FROB se hicieron cargo de la extinta CAM, tuve una entrevista con José Antonio Iturriaga al que conocía de cuando era jefe de los servicios de auditoría del Banco Zaragozano. En mi condición de amigo, sindicalista y empleado de la CAM en más de veinticinco años, Iturriaga me recibió en el despacho que hasta hacía poco había ocupado uno de los directores de la caja alicantina. Lo primero que me dijo, fue « Luis esto era un nido de estafadores y el cabecilla y mayor responsable de todos ellos, el culpable entre culpables era sin duda Roberto López. Sin él, no hubiera pasado todo lo que sucedió». Tenía toda la razón, él y sus necesarios colaboradores llevaron al óbito a la CAM y se beneficiaron de su posición de privilegio para esquilmar la caja de la Caja.

La separación de poderes es el fundamento principal de cualquier Estado de Derecho, sin ella no hay democracia, no hay futuro para la sociedad, no hay imperio de la ley. Nunca he dudado, y ahí están mis escritos para verificarlo, que la justicia daría cuenta de los que hoy han sido condenados por sus actos, como tampoco tengo ninguna duda de que los que hoy están subvirtiendo el orden constitucional pagarán por tal felonía. El tribunal ha dictado sentencia y Roberto López, tres años; María Dolores Amorós, tres años; Teófilo Sogorb, cuatro años, y Francisco Martínez, dos años y nueve meses, pasarán un tiempo en la cárcel donde les ha llevado la comisión del delito de alteración de las cuentas. Ha quedado probado en sede judicial que falsearon las cuentas de la entidad contribuyendo a la imagen fiel de la Caja en momentos graves de crisis económica y financiera, cambiando los resultados reales de pérdidas por unos beneficios inexistentes.

Zavalita, ya sabemos, aunque lo intuíamos, quién jodió la CAM, aunque sigamos con dudas de cuándo se jodió la misma, pero lo cierto es que para los que sufrimos las consecuencias de los delitos de los que se sentaban en los despachos de la sexta planta de Óscar Esplá, impositores, trabajadores y proveedores de la entidad financiera, hoy es un día si no de alegría, sí de un sentimiento grato al comprobar que la justicia también castiga a los que han ejercido el poder de manera desleal y torticera. Los bailes de los balances financieros, a los que solamente estaban invitados los condenados y otros que por el momento gozan de la impunidad que les da su grado de colaboración o su manifiesta incapacidad incluso para delinquir, fueron de tal naturaleza que algunos ya advertíamos desde estas páginas y desde publicaciones sindicales del destino al que conducían irremisiblemente los miembros del Comité de Dirección de la Caja de Ahorros del Mediterráneo.

La anécdota, lo cómico de la sentencia, menos para el afectado, es que a uno de los colaboradores necesarios de Roberto López, que lo fue Teófilo Sogorb, le ha caído un año más que a su jefe, que al jefe de la pandilla de la sexta. En la obediencia jerárquica por intereses propios y beneficios patrimoniales, al director de Planificación y Control, el único que no ostentaba el grado de general de los condenados habían más directores generales que conserjes, que fuera el encargado de informar a la CNMV del resultado falso de beneficios para su publicación como hecho relevante, ha sido finalmente el más perjudicado. Al melancólico todos queríamos más, habrá que anteponer el respeto a las sentencias de los tribunales y el convencimiento de que para toda persona honrada un solo día de cárcel supone un auténtico infierno.