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Puertas al campo

Dos problemas de fondo

Cosas de la vida. Trato de dos libros que han llegado a mi mesa casi al mismo tiempo y publicados en este año de gracia a un mes de distancia el uno del otro. Es lo que tienen los amigos: que te envían sus libros y te apetece leerlos por sus autores y por sus temas. Y es que estos dos coinciden, respectivamente, con dos temas que preocupan y me ocupan sobre el contenido y funcionamiento del sistema mundial en que vivimos desde hace siglos (por lo menos, cinco siglos).

El primer tema se refiere a que este sistema ha estado siempre estructurado de forma jerárquica: un país se encontraba en la cumbre desde la que podía imponer, no siempre por la fuerza, una mejor satisfacción de los intereses de su gente. Por lo general, de sus respectivos grupos dominantes. Visto con perspectiva secular, todos tuvieron una característica en común: que perdieron el puesto ya que las élites de otros países consiguieron desbancarlos en un, a veces violento, «quítate tú, que me pongo yo». Es lo que llamaban «guerras mundiales», es decir, luchar por ver «quién manda aquí». El libro de Paul Kennedy ( Auge y caída de las grandes potencias) da buena cuenta de dos de esos episodios: el de España, y el de Inglaterra, más Estados Unidos. Pero no es de este del que quiero hablar.

Sí, claro, el problema es qué puede estar pasando ahora, en que nadie duda de que el mundo ha estado organizado en torno a la hegemonía estadounidense que ha creado alianzas económicas (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) y militares (OTAN, ANZUS) y hasta culturales (UNESCO), aunque en este último caso haya habido sus más y sus menos, tanto con Ronald Reagan como con Donald Trump. Pero si se compara con lo que fue tal predominio en los años 50 y 60 del pasado siglo con lo que es ahora, es lógico que se levante la duda sobre qué puede suceder con esa hegemonía que, tal vez, podría recibir su golpe de gracia a manos de la peculiar presidencia de Donald Trump. Cierto que siempre habrá (y yo el primero) quien recuerde el cuento del pastorcillo que gritaba (falsamente en el cuento, equivocadamente en la realidad que ahora nos ocupa) «que viene el lobo». Pero es que ahora podría estar viniendo y el papel central de los Estados Unidos podría estar, realmente, herido de muerte. Ese es el libro de Mariano Aguirre que se titula Salto al vacío. Crisis y declive de Estados Unidos y su lectura es más que recomendable.

El otro tema no se refiere tanto a su estructura (quién manda y cómo) sino a las reglas que rigen en su funcionamiento y que pueden resumirse en la palabra «capitalismo»: la lógica de la acumulación del beneficio, la mitología del crecimiento indefinido, el uso y maltrato de la Naturaleza como «externalidad», es decir, un asunto que se da por hecho y que no tiene por qué estar «dentro» de los modelos para analizarlo, la desigualdad como forma de organizar la sociedad (las clases sociales) y el mundo (el centro y la periferia) y demás elementos que caen bajo dicha palabra. La cuestión, como en el caso anterior, sería «y después, ¿qué?». Si para la hegemonía estadounidense se trataría se saber quién viene ahora en el «puesto de mando», en el caso de las reglas del juego capitalista de lo que se trata no es tanto saber «y después ¿qué?» porque eso nadie lo puede saber ya que no hay antecedentes y pretender conocer las «leyes de la Historia» son ganas de llegar a afirmaciones gratuitas. De lo que se trata es de qué hacer para que las reglas del juego sean otras y que permitan una mejor satisfacción de necesidades básicas y una sociedad menos injusta.

Ahora el libro, publicado casi en las mismas fechas que el anterior, viene de dos autores, uno de país periférico (el ecuatoriano Alberto Acosta) y otro de país central (el austro-alemán Ulrich Brand). Se trata de Salidas del laberinto capitalista. Decrecimiento y postestractivismo. El subtítulo indica por dónde va la discusión: se refiere a propuestas que, respectivamente, se han elaborado desde países centrales europeos, básicamente en el mundo académico, y desde países periféricos latinoamericanos, básicamente desde los movimientos sociales. Es un libro más propositivo que el anterior, más empirista. Y tiene la ventaja de hacer ver, a través de esas propuestas, dónde están las debilidades del capitalismo o, como dicen en el título, su laberinto. Disfrútenlo.

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