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Claudio y la ley del péndulo

Ramírez cogió su fusil. Se le agotó la paciencia al presidente, aprovechó la sentencia del Rico Pérez y liquidó el «proyecto Siviero» en apenas dos meses. De acuerdo con el director deportivo Javier Portillo, no han querido repetir el error del curso pasado cuando aguantaron a Tevenet en el banquillo mucho más allá de lo razonable y el equipo se desplomó y bajó los brazos mediada la temporada. Paradójicamente, pese a jugar este año con hasta nueve futbolistas nuevos en el once, el Hércules de Siviero y el de Tevenet se han parecido como dos gotas de agua: además de la pésima racha de resultados de ambos -el argentino firmó el peor arranque histórico en Segunda B-, los dos equipos han sido mediocres en juego, actitud y ambición. No sólo no compitieron ante los favoritos y teóricos iguales, sino que cualquier rival de la parte baja o media de la tabla les discutía el balón, el mando del fútbol, las oportunidades y los puntos. En casa y fuera. Una medianía insoportable para un histórico, que no puede permitirse tanta incompetencia y vulgaridad. Pero Siviero no es el único ni el principal responsable de este desastre de inicio de temporada. El técnico ordena -supuestamente-, pero no juega. Como es sabido, son los futbolistas los primeros actores de este reparto. Ramírez ha culpado a los jugadores de «un noventa» por ciento de la situación. «Por la falta de carácter y de físico». Y ayer mismo fue Portillo quien se reunió con la plantilla para exigirles más intensidad, compromiso, aportación individual, implicación y actitud. El famoso «paso al frente» que tanto tiempo lleva esperando la abnegada afición blanquiazul. También en este episodio de «lectura de cartilla» en el vestuario y exigencia de autorresponsabilidad a los jugadores se parecen estos dos Hércules de Siviero y Tevenet. Tanto se asemejan ambos entrenadores, que el argentino tuvo ayer, como en su día el sevillano, un mohín de reproche a la afición blanquiazul por «falta de paciencia» y exceso de hostilidad. Sorprende, pero se puede disculpar por la frustración del despido tras una amarga victoria. Pocas hinchadas hay en España más predispuestas al aplauso de los suyos que la del Rico Pérez. Debería saberlo Siviero, pero apenas ha sido capaz de comprobarlo. Finiquitada la fugaz etapa de El Pájaro, entra en vigor en el Hércules la conocida Ley del Péndulo y se busca técnico con carácter. Menos compadreo con el plantel y más autoridad y exigencia. Lo de siempre: del buen rollo a la mano dura. Para eso llega Claudio Barragán. A la postre va a tener razón Toshack cuando entrenaba al Madrid y le preguntaron por qué no hacía cambios tras un pésimo partido en Vallecas. «Lo pienso toda la semana, pero al final tienen que jugar los mismos once cabrones de siempre». Con perdón.

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