Anda la temporada dando sus últimos coletazos. Madrid cerrando temporada con un toque de atención de Daniel Luque, Valencia dejando sin alternativa a Jesús Enrique Colombo por una cornada fuerte y Zaragoza poniendo la guinda a las ferias en cosos de primera categoría. Feria también dura la «mañica» hasta ahora, con José Garrido y Cayetano habiendo pasado por el hule a causa de sendos percances graves.

Y de entre todas las orejas y el palabrerío, del serial zaragozano quedará para la retina un quite por gaoneras de Roca Rey la tarde del pasado viernes ante un Cuvillo pleno de quietud, empaque, inspiración y embrujo. Cierra una temporada el peruano de altibajos debido a los continuos percances, pero igualmente de asentamiento en el lugar de los privilegiados. Y cierra también como abrió, allá por el mes de marzo, en Valencia, dejando boquiabierto al personal por el uso del percal. Si entonces fue una serie al natural con el capote tan templada y ligada como inverosímil, las gaoneras del último viernes merecen rango de acontecimiento, de catarsis de los sentidos, de sublimación de la tersura. Este Roca Rey pasma por su desprendimiento, casi insolencia, que parecería burla si no fuera porque sabe bien cómo se las gastan los de las patas negras. Luego el toreo con la franela lo hizo Talavante, reencontrado a sí mismo y a sus formas tan endebles como sedosas. Puerta grande con tres orejas. También un incombustible Enrique Ponce y un personalísimo Paco Ureña recogieron triunfos fuertes. Pero ninguno dejó la huella, detonó resortes y volvió el toreo boca abajo como Roca Rey y su capote. La ilusión intacta de quien sigue teniendo la capacidad de sorprender.

En los últimos días se han conocido dos noticias que invitan también a la ilusión para el futuro de la torería alicantina. Primero llegó la del apoderamiento de Adrián Velasco, novillero ilicitano que lucha con tesón e ilusión para poder mostrar sus pulcras y templadas maneras allá donde le dejen. Aunque su temporada no ha pasado de discreta debido a las escasas oportunidades halladas y la difícil situación que tiene la novillería andante actual, su actuación en la madrileña Becerril de la Sierra en el mes de julio propició el apretón de manos con su nuevo mentor, Javier González, con quien preparará 2018 con intensidad en el campo y con mucha ilusión en los ruedos. Merece, sin duda, tener la oportunidad. Igual que Jorge Rico, que tras una temporada prácticamente en blanco, se reveló como un relámpago fulminante en la Feria del Arroz de Calasparra. Tras una actuación desafortunada en Fallas, el joven eldense había desaparecido del panorama taurino y casi nadie recordaba aquel muchacho de facciones imberbes y mirada turquesa. De repente, casi como de la nada, enfundado en su terno blanco y plata, pisó con firmeza el coso murciano y se dedicó a desgranar lo más hondo de su tauromaquia. Otra vez volvieron los olés, otra vez la conexión, otra vez el runrún del acontecimiento. Y ahora recoge el fruto que no es más que promesa de sacrificio futuro. Pedro Pérez « Chicote», empresario granadino, ha confirmado esta semana que dirigirá la carrera de Rico. Ojalá sea para bien de ambos, porque los alicantinos también saldremos ganando.

Y también han sido estos días felices para el solaz de la memoria. El 12 de octubre de 1992, hace justo veinticinco años, se cortaba la coleta por todo lo alto Antonio Martínez «Rondeño». El acontecimiento tuvo lugar en la Maestranza de Sevilla, ante la presencia del Juan Carlos I y de manos de su maestro entonces, Enrique Ponce. Larga y honradísima carrera de subalterno en filas de matadores alicantinos como « El Inclusero», Manzanares o Esplá, y de más allá, como Joaquín Bernadó, Rafael de Paula, Antonio Bienvenida, el mencionado torero de Chiva o el llorado Julio Robles, con quien alcanzó sus mejores momentos de plenitud profesional. Luego dejó honda huella «Rondeño» en la Escuela Taurina de nuestra ciudad, esa que algunos ahora se empeñan con inusitados bríos en eliminar. En quince años por sus manos pasaron muchos nuevos valores, incluidos Adrián Velasco y Jorge Rico. Todos cuantos hemos disfrutado de la compañía de Antonio hemos aprendido, y mucho, de este maravilloso mundo del toro. Ojalá podamos celebrar otros cinco lustros más de su torería, bonhomía y saber estar. Todo un referente, sí, señor.