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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Labrarse las salidas

El sentimentalismo del lagun rural resistió, no obstante, hasta que llegó el pago con tarjeta. Ahí el karma indentitario dobla la testuz ante lo que vale un peine

Celebré el 9 d'Octubre junto al árbol del Gernika. Me he liado, ¿verdad? Sí porque, entre las soterradas tensiones con los sanchistas y las pullas provenientes del soci botánico por el apoyo del pesoe a Rajoy en la bailonga sardana soberanista que deja los pelos como escarpias, lo único que le habría hecho falta a Ximo Puig es haber tenido que encasquetarse boina. La disgresión ha debido ser producto de la cantidad de gente de aquí que ha aprovechado el calendario para asomarse a tierra vasca y más teniendo en cuenta que la estelada desplegada, mucho camino al andar no es que haga. Se me ha pegado algo el acento, qué remedio. En la recepción de la casa rural sobre el puerto de Bermeo encontré registrado Ezkibel, a lo que el dueño agregó que, tratándose de un apellido alavés, él mantenía el origen y otros que hicieran lo que quisieran. Por un instante, pensé: qué hago, ¿llamo a Zoido? ¿Le envío la partida de nacimiento amparada por la legalidad y que sea lo que Dios quiera? Aparte de que el lugar es de ensueño y de que te hacen sentir como en casa, ¿para qué procurarse daño uno mismo con la intervención de quienes están ahí para echarnos una mano al cuello en tantos asuntos que aturden?. Pero lo que aturde de la otra basca, la anfitriona, es lo que ha sido capaz de hacer con una orografía que no se la salta un galgo. Se cogió hace treinta años hectáreas de pedregal y, tras limpiar lo que no hay en los escritos, ha levantado un vergel en las faldas del monte Sollube dentro de lo que compone la reserva de la biosfera de Urdaibai hasta convertirlo en una referencia de gusto exquisito con un respeto al medio ambiente que te cagas. Si por algo se distingue este recio pueblo es por luchar contra los elementos buscando salidas. De eso se trata en torno a lo que nos atañe, de coger la dirección adecuada por el método que mejor carbure. El sentimentalismo del lagun rural resistió, no obstante, hasta que llegó el pago con tarjeta. Ahí el karma indentitario dobla la testuz ante lo que vale un peine. Suele ocurrir.

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