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Javier Mondéjar.

¡Váyase, Sr. Echávarri!

¿Es legal eso?: para nada. ¿Es inmoral?: un rato largo. ¿Qué pasa si te pillan?: pues que te has caído con todo el equipo

Partamos de la base de que no es lo mismo meter la pata que meter la mano. Reconozcamos que las tácticas de trocear contratos para que no se note que lo adjudicamos a los amiguetes -o a los que nos caigan mejor o incluso a los más profesionales y mejor preparados- es tan antigua como las administraciones públicas. Ya se sabe que quien hizo la ley hizo la trampa y si la ley dice que los contratos públicos por encima de equis pasta deben hacerse así o asao, es de cajón que a alguien se le ocurrirá hacer seis contratos que sumen la misma cantidad pero que podamos adjudicar a dedo (o casi). ¿Es legal eso?: para nada. ¿Es inmoral?: un rato largo. ¿Qué pasa si te pillan?: pues que te has caído con todo el equipo.

Trocear contratos no es robar, pero es que las corruptelas empiezan en el momento en que alguien trata de forzar las leyes a su favor y violenta el juego limpio. Es verdad que sólo es penalti si te ven y lo pita el árbitro; mientras tanto puedes estar metiendo el codo en el ojo al delantero sin rubor alguno. Pero, chico, cuando te pescan te llevas la tarjeta y probablemente un gol en contra, así es la cosa.

Aplaudió Echávarri cuando a la concejala tránsfuga la echaron de Podemos y se tuvo que pasar al mixto por un descaro semejante y no creo que de mayor gravedad que el que ahora se juzga. Pues, señor mío, aplíquese el cuento, no nos cante milongas de a quién beneficia su dimisión ni llore por lo malos que son los denunciantes -pues claro, eso es política- y váyase a casa. Ah, ¿que no lo va a hacer, que si el PSOE tensionase la cuerda Vd. se convertiría en tránsfuga y dejaría que gobernase el PP? Acabáramos.

Me habrán leído unas cuantas veces que estoy en desacuerdo con que el acta de concejal pertenezca a la persona y no al partido que lo ha nombrado. Si el elector pudiese votar en listas abiertas me parecería de perlas que nadie pudiera remover a un cargo electo, pero cuando tienes que comerte a todos los candidatos y no votas a una formación política, aunque creas que sí, sino a una lista de personas, la cosa cambia. El desahogado/a que no dimite aunque le pillen con la pistola humeante y se va al grupo mixto a cobrar más dinero y a tener el poder de decidir sobre nuestras vidas y haciendas cuando los resultados electorales son ajustados, me produce una repugnancia cercana al vómito. Así es la ley y no se cambia porque a los que viven de, por y para los partidos les va así de maravilla, que si no lo modificarían en un pispás.

Osea, que Echávarri debería no tardar en aplicarse su propia medicina, despedirse de sus queridos compañeros de coalición -a los que les dará una pena insoportable su renuncia- y de todos los alicantinos a los que tanto quiere y tanto le quieren. En realidad yo me planteo si con los resultados que sacó el PSOE en las últimas municipales debería haber sido alcalde, pero como la vergüenza ya no es sinónimo de la política y el sillón está por encima de todo, los socialistas hicieron lo que Tiberio contestó a su hijo cuando le reprochó que se cobrara en los urinarios públicos: «el dinero no huele».

Así les ha ido, claro, porque da igual como llegues al puesto si luego haces acopio de buen estar, de diálogo y de prudencia, pero qué les voy a contar del alcalde que ustedes no sepan mejor. Tampoco digo que fuera fácil llevarse bien con Podemos/Guanyar y Compromís y aventuro que cualquiera que llegase a la alcaldía tendría que ir llorado de casa para afrontar una reunión con Pavón, mismamente.

Pero me temo que la tendencia del PSOE será aplicar la ley del embudo en su parte más ancha para los suyos -bueno, es un decir, que está por ver que Puig y Echávarri sean no ya de la misma familia política sino incluso del mismo planeta-. Ya he escrito antes que no es lo mismo insultar a alguien que descargarle un cargador completo entre pecho y espalda, como no es igual poner el cazo que saltarte a la torera los procedimientos legales. Pero en realidad la línea roja se marcó en la imputación y por esa causa se han tenido que ir de la política desde maridos que fueron denunciados por maltrato -aunque luego fueran exonerados por los tribunales- a gentes que falsearon sus currículums o realizaron quiebras fraudulentas de empresas.

Está bien ahora recordar las barbaridades que estos mismos políticos han dicho contra Castedo o Alperi, que aún no han entrado en Alcalá-Meco por si a alguno se le ha olvidado. No digo que no se lo merezcan, pero antes de arrojarles a la fría mazmorra prefiero que algún juez sentencie que han cometido delitos. Otra cosa es que se fueran o les echaran del cargo por guardar las apariencias de honorabilidad inherentes a la función pública, que eso ya me parece razonable y hasta exigible.

Por simple coherencia hágase y háganos un favor y váyase, pero a ser posible no se atrinchere en el grupo mixto, que quedaría muy ridículo un ex alcalde resguardado tras los sacos terreros del transfuguismo. Aunque me huelo que si se fuera y el PP obtuviese la Alcaldía los más cabreados no estarían ni en Podemos, ni en Compromís, ni en Ciudadanos y desde luego tampoco en el PSOE.

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