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Bichos vivientes

Cortan y pegan donde a ellos les favorece para conseguir audiencia. Quien habla no es un recién llegado a la pantalla. Lleva en ella desde que dejó la pescadería en su Córdoba de adopción, dio el salto del niño inquieto a Madrid, se metió en una academia para ser actor porque parece que siempre quiso ser artista, y se hizo famoso pidiendo un poquito de por favor en Aquí no hay quien viva. Cortan y pegan donde a ellos les favorece para conseguir audiencia, dice Fernando Tejero con una ingenuidad de principiante. O con una mala leche de soldado que no echa un polvo desde la I Guerra Mundial. Este señor sabe de qué va esto, incluso sabe que cortan y pegan las escenas de La que se avecina para conseguir audiencia. Pero clama al cielo que sea él quien lo diga refiriéndose al programa de La 1, a MasterChef -aún no ha superado su paso por el programa- cuando hasta cualquier bicho vidente, y en este tiempo de pantallas somos todos, sabe que eso es así.

Y quien no lo sepa, que aprenda. ¿O es que hay gente que cree que no es un corta y pega, una selección de la burrada más mona lo que pasa en ¿Quién quiere casarse con mi hijo? Claro que en los programas grabados se graban horas y horas para que el montador tenga donde elegir, y elegir en televisión es elegir la bronca o el semen, se corta y se pega. Va en sus genes. La tele no es mentira, pero no es real. Fernando, amor, hasta el Telediario es un corta y pega de la actualidad, además de para conseguir audiencia, para adaptarla a la realidad paralela que siempre interese al Gobierno de su Inefable Ineptitud Mariano Rajoy. Ay, chiquillo, corazón loco, cabreado profesional, TVE huye del directo en cuanto hay un follón que pueda herir un poco al PP, al Gobierno, por eso cuando hay manifestación «enemiga» envía a Cataluña todo un complejo equipo de cámaras, redactores, cronistas, y maquilladores, pero€ pero para grabar lo que se menee, que luego llegará el señor comisario político de la redacción y elegirá lo que conviene que vea la audiencia, que no tendrá que ver, si no le interesa al patrón, con la realidad de la realidad. Eso sí, si hay manifestación «amiga», y sacan «banderas buenas», el sol luce y abrillanta la frente de Mario Vargas Llosa -sin Isabel, cielo, que estaría aparcada entre bambalinas- para que diga lo que tenga que decir, y sin censuras, que en TVE hay libertad de expresión, siempre que sea la adecuada. Así que sí, Fernando Tejero, un poquito de por favor, claro que en MasterChef se corta y se pega donde «a ellos les interesa».

Desde niños

Lo que quiere decir Fernando, un tipo que la edad va agriando, esquinando, con su poquito de mala leche revenida, es que MasterChef es mentira. Pues ya digo, rey, como todo en la tele. La tele no es que sea mentira, es que no es real. Todo bicho vidente lo sabe. La otra noche cenaba en casa de amigos de amigos. La pantalla era de plasma, de esos por los que podría pasearse hasta el agotamiento Roberto Brasero o gastar el tacón vertiginoso sobre el que se eleva Anne Igartiburu. O su sustituta Jose Toledo, a la que mi madre, a veces, le regaña por atreverse a tanto, y se atreve a mucho ya que se sube a un andamio de muchos centímetros, ay, hija, no sé cómo puedes dar un paso con esos tacones, le dice, pero Jose Toledo va a lo suyo, dando vueltecitas ante el plasma y moviendo las manos para enfatizar las naderías sobre Chenoa y Bisbal, sí, aún sigue TVE por entregas la obra completa de estos dos, o al menos la de la escritora Cheno, que está vendiendo más libros que Belén Esteban, incluso más que Vargas Llosa, salvo que le escriba unas letras a la Preysler y las venda como propias en la feria del libro. Total, que entre la pizza y el plasma, la pantalla era la reina del salón en casa de los amigos de mis amigos. Me niego a comer pizza -no me gusta, pero no podía negarme a ver la tele, que parecía comerte y seducirte, tan grande, tan colorista, tan distinta a todo bicho viviente. Frente a ella, además de adultos, había cuatro niños que tenían los ojos como ruedas de molino mirando sin pestañear lo que pasaba delante hasta tal punto que uno de los padres tenía que palparle a su hija pequeña el hueco de la boca para que, sin darse cuenta, tragara sin rechistar el condumio. Veían algo en Clan TV, una peli de alto contenido violento, unos dibujos horribles cuyos personajes daban vida a una historia que me pareció atroz, con explosiones, incendios, derrumbes, y un montaje, claro, muy, muy endiablado, es decir, un corta y pega acelerado para que, desde chiquitillos, sin opción a la disidencia, se sea un perfecto bicho vidente.

El desfile y Letizia

Ya lo dije hace unos días. Toñi Moreno se lo está currando para tener unas líneas reservadas en esta página. Gracias a ella ya tiene la caverna de Mediaset a otro gañán pomposo, es decir, a un donnadie abriéndose a codazos un sitio en los platós, sea en Granjero busca esposa, sea en Supervivientes, sea en First dates. Lo que le echen. Con ustedes, Fran Álvarez. Un camarero. ¿Se decepcionan? Parece que veo sus caras. Pero no es un camarero cualquiera. Conoció de cerca las miserias de la princesa del pueblo y compartió el aire del cuarto donde la Esteban y él se tiraban cuescos o se amaban bajo los efectos de algunas cosillas que la ex cajera resume hablando de esa época como el tiempo «en que estaba malita». Si a ella la quitó de trabajar Jesulín «el de las Bragas», ella lo quitó a él «para que no pudiera ver a nadie», dijo el ex en Viva la vida, donde obligan a Toñi a trasegar con desperdicios y toda clase de porquerías que sólo viven y se desarrollan en Telecinco, una fábrica de auténticos bichos, pero bichos en su sentido literal. Bichos vivientes tipo zombi. Una contradicción, pero sólo así se puede entender el nuevo cometido de Toñi Moreno en esta cadena, servir a los bichos videntes dosis infinitas de bichos vivientes. Ante estas invasiones he creado un gesto de cemento, como el de Letizia Ortiz el otro día ante el desfile del soldadito español, español.

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