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Joaquín Rábago

La sucesión de Draghi

Queda todavía algún tiempo porque su mandato expira sólo en octubre de 2019, pero las maniobras para suceder a Mario Draghi al frente del BCE ya han comenzado.

Y el que más fuerza tiene en este momento es su enemigo íntimo, el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidman.

Dicen que ambos no pueden soportarse mutuamente y que Weidmann ha sido en todo momento algo así como la mosca cojonera del italiano.

Tiene este último como aliados sobre todo a los países del Sur de Europa, las alegres y ociosas cigarras del cuento, según alemanes y holandeses , que se ven a sí mismos en cambio como laboriosas hormigas.

Opinan Weidmann y quienes piensan como él, entre ellos el odioso presidente del Eurogrupo, Dijssenbloem, que las políticas llevadas a cabo por Draghi al frente de esa institución favorece a los despilfarradores del Sur en perjuicio de los ahorros de los jubilados del Norte.

Ni que decir tiene que Weidmann es en este momento y por razones más que obvias el candidato de la jefa de Gobierno de su país, Angela Merkel, y del ministro de Finanzas, el inflexible Wolfgang Schäuble.

Vistas al menos las cosas desde Alemania, todo facilitaría el nombramiento de Weidmann : la economía de la zona del euro se recupera y, de continuar esa tendencia, quien suceda a Draghi podría abandonar la actual política de dinero barato, que tanto preocupa a los germanos.

Pero Weidmann tiene también sus detractores y, de creer al semanario Der Spiegel , el propio Draghi estar´´ia maniobrando para evitar que pueda sucederle.

La maniobra consistiría en nombrar el próximo año como vicepresidente del banco al presidente del Banco Central holandés, Klaas Knot, en sustitución del portugués Vítor Constâncio.

Si un banquero del Norte pasara a ocupar el segundo puesto de la BCE, no sería lógico nombrar a un alemán como Weidman para que ocupara el cargo máximo de la institución.

Fuentes del BCE, sin embargo, desmienten esas supuestas maniobras y rgumentan que la elección del sucesor de Draghi no depende del BCE sino del Consejo Europeo (jefes de Gobierno), el Europarlamento y el Eurogrupo.

Sea como fuere, el eventual nombramiento del favorito de Berlín tropieza también con la oposición de franceses e italianos, que le consideran demasiado inflexible en su defensa de la austeridad monetaria cuando puede volver a necesitarse una política más flexible y pragmática como la practicada por Draghi.

Otros consideran que hay ya demasiados alemanes en puesto de responsabilidad en las instituciones financieras de la UE: así son de esas nacionalidad tanto el jefe del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) como el presidente del Banco Europeo de Inversiones.

Por cierto que también está en discusión actualmente la posibilidad de convertir el MEDE en una especie de Fondo Monetario Europeo capaz de vigilar más estrechamente los presupuestos de los Estados aunque París y Berlín divergen bastante en lo que se refiere a sus futuras competencias.

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