Uno de cada cuatro españoles, nueve millones y medio de personas, colaboró con las ONG durante el año pasado y uno de cada seis lo hacía de forma regular durante todo el año. Quizá no es para tirar cohetes en comparación con otros países europeos, pero si tenemos en cuenta donaciones más delicadas como las de órganos en el programa para trasplantes, los españoles en su conjunto sean catalanes, castellanos, vascos, andaluces, o de cualquier otra región, que eso no viene al caso, muestran un espíritu generoso y solidario. Según la (AEFr) Asociación Española de Fundfraising -el nombrecito se las trae- en los últimos dos años el número de donantes ha subido 4 puntos a pesar de la crisis.

La susodicha asociación, con el «Fundfraising» quiere referirse a los sistemas de recaudación de fondos con destino a actividades benéficas y otros fines de las ONG asociadas, para ello realiza bianualmente unos estudios que empezaron en 2004. El que ha presentado hace unas semanas recoge los resultados de la encuesta de 2016 ( www.aefundraising.org /wp-content /uploads/2017 /09/Perfil_donante-2016-_-resumen-ejecutivo.pdf). La AEFr se define como «una organización no lucrativa cuya misión es contribuir al éxito del sector de la captación de fondos mediante su profesionalización» para lo que «desarrollan estrategias de captación de fondos privados comprometiendo a la ciudadanía y a instituciones privadas». En el trabajo han colaborado una treintena de ONG, las más conocidas.

Además de la colaboración económica regular -uno de cada seis son socios- o periódica -uno de cada cuatro- a que nos referíamos arriba, la mitad de los encuestados habían realizado microdonaciones en el último año. Se entiende por microdonaciones la colaboración puntual en momentos o campañas concretas, y entre éstas predominan la compra de productos, participar en colectas o donaciones enviando SMS. Este tipo de donaciones son la antesala de las donaciones regulares o periódicas. El número de donantes potenciales también aumenta, pasa del 5 al 9%.

En el 60% de los casos, el móvil de las aportaciones es la solidaridad, la gente piensa que es justo apoyar a los más necesitados. En el resto de los casos, la motivación es la justicia, y la satisfacción propia (sentirse bien con uno mismo).

Los temas ante los que los españoles nos mostramos más sensibles son la pobreza y la infancia, casi con un tercio de las respuestas cada uno. Le siguen las donaciones en casos de desastres y campañas específicas, con el 18% y por último con un 12% la defensa de derechos humanos y marginados, el apoyo a desplazados, refugiados, defensa del medio ambiente, etcétera.

No hay diferencias significativas en el perfil del donante por sexo, estado civil o edad. Entre los colaboradores predominan la gente con más estudios, sin duda porque son mayores los ingresos. Dos de cada tres donantes son personas de izquierdas; más de la mitad son creyentes; se definen como realistas; y, en torno al 90% con una clara sensibilidad ecologista y conservacionista. El mayor freno para la colaboración es la situación económica personal, seguido de la desconfianza que lleva a los interesados a participar como voluntario, o mediante donaciones directas. Por el contrario, la colaboración se produce si al donante le gusta el trabajo que realiza la ONG con la que colabora y ésta le merece confianza.

Las instituciones que mejoran el mundo y que merecen la confianza de los españoles son de más a menos: las ONG, las iglesias, y en tercer lugar la ONU. Y en quienes más desconfiamos, es de menos a más en empresas, gobiernos y partidos.

Para reafirmar la desconfianza de los encuestados aparece otra vez el omniprotagonista Trump intentando -de nuevo- desmontar el Obamacare, y pidiendo la baja de Estados Unidos en la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). «Esta decisión no se ha tomado a la ligera y refleja la preocupación de Estados Unidos con los crecientes atrasos en los pagos en la Unesco, la necesidad de una reforma significativa en la organización y la tendencia anti israelí continua en la Unesco», han dicho desde el Departamento de Estado. Al primer ministro israelí, Netanyahu, le ha faltado tiempo para aplaudir una decisión tan «valiente y moral» y plantear su propia retirada. Un nuevo foro multilateral en cuarentena. Era la única organización de la ONU que había admitido a Palestina como socio de pleno derecho. Por lo menos, la generosidad de los españoles resulta estimulante. Espero.