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Marc Llorente

Teatro crítica

Marc Llorente

Reinventar a Shakespeare

Trabajos de amor perdidosteatro principal de alicante

De Shakespeare. Adaptación: Andrés Ariza y Alberto Giner. Dirección: A. Ariza.

mpulsada desde el Teatro Principal con el fin de su profesionalización, débil debut de la Jove Companyia d?Alacant. La comedia de Shakespeare, vista con otros actores, toca la relación humana y el rito amoroso. Es frecuente reinventar al dramaturgo. Que sus textos sirvan para hacer adaptaciones con licencia para experimentar. A la necesaria depuración se le añade el Madrid de la Guerra Civil sin incluir algunas líneas en la dramaturgia. Solo lo dice el programa y una alarma que anuncia bombas. Esta pálida y larga adaptación de Andrés Ariza y Alberto Giner quiere homenajear a los intérpretes de la época y destacar la defensa de la libertad, del cine y del teatro pese a las dificultades de ayer que enlazan con las de hoy. La filmación de una película, a partir de Trabajos de amor perdidos (1597), es uno de los factores de la juvenil versión, que recuerda al filme de Kenneth Branagh, salvando las distancias. El inglés hizo un musical, y la Jove Companyia juega a grabar las situaciones y aporta pocos estímulos. La idea cinematográfica pasa inadvertida prácticamente. Algunos actores no llegan y otros se pasan. Buena proyección de voz y firmeza de la veterana Mila García y de Amine Hamada, especialmente, con el cierto énfasis que requieren los clásicos. Miriam Giner, Raquel González, José Luis López, José López, José Maleno, María Martínez, Toni Payá, Irene Serrano y Laura Tendero ponen sus granos para contribuir a la causa. En el texto original, el rey de Navarra y su trío se alejan de las mujeres, cosa imposible al aparecer la princesa de Francia y sus damas. Los visitantes aquí son varones y ellas toman la iniciativa en la seducción. El engaño y las ingenuas maniobras circulan por la parodia y la farsa. Shakespeare quiso que los pasajes no se tomarán muy en serio. Pero menos aún se puede uno tomar estas escenas. Eso sí, el autor entró en el interesante debate de enfrentarse a la vida o dedicarla a la contemplación y el estudio.

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