Leo Zuckermann estudió Administración Pública en su país, México, y Políticas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Es comentarista, analista y académico. Tiene un programa en Televisa, «Es la hora de opinar», en el que, junto a diferentes colaboradores, se analiza la actualidad nacional e internacional; es decir, se opina. ¡Ya estamos con la burra en el trigo!. Sabéis que, en el primer párrafo de mis tribunas, no me gusta adelantar de qué va a ir la cosa, porque yo tampoco lo sé. Lo que siempre espero es que una vez que arranco no se me pare la «motoreta» de la imaginación, que muchas veces supera la realidad, y todo salga casi del tirón.

Es por ello, ¡oye! -como diría Josema Yuste-, que «es la hora de opinar», que para eso estamos en un Estado de Derecho y si a los «catalinos/polacos» se les consiente todo, incluso insultar al Rey o al presidente del Gobierno, pitar al himno de mi país y quemar la bandera de España, por qué no se me va a consentir a mi «despotricar», desde el respeto, de todo lo que se menee. ¡Que se note que mi «paere» invirtió una pasta en mi formación/educación, otra cosa es que el resultado fuese el apetecido!. Creo que la cosa/inversión no le salió del todo mal al tío Medina, aunque para gustos los colores, además de que es mi opinión y no voy a hablar pestes de mí mismo -faltaría más-, aunque alguna vez me he «tirao» piedras a mi propio «tejao» y me he «tenío» que pegar algún que otro tirón de orejas; ¡por bocas!.

Manolo, mi progenitor, quería que me dedicase al periodismo de investigación, pero le convencí de que, en mi época, ese periodismo no daba «pa» comer -ahora creo que tampoco-, por lo que me dediqué a informar, cumpliendo con uno de los tres preceptos básicos de mi profesión, que, según me dijo el profesor, periodista, escritor y amigo José Luis Castillo Puche, nada más llegar a la Facultad de CCII, de la Complutense de Madrid, eran -y siguen siendo, salvo a que la cosa haya cambiado mucho- formar, informar y distraer. Otro Manolo, mi abuelo Panocha, murió obsesionado con la idea de que con el periodismo no se ganaba dinero para vivir holgadamente. ¡Ahorra y no inviertas en hierro -coches o motos-; invierte en tierra!, me decía. ¡No le hice caso!. Tampoco me arrepiento de haberme dado algunos caprichos, ya que, entre otras cosas, no me apetece ser el más rico del cementerio, si es que, cuando llegue mi momento, me llevan al camposanto, porque no creo que me dejen «tirao» en un banco de la Glorieta, aunque ¡vaya usted a saber!.

Incluso mi hermana, la doctora María de los Ángeles, me preguntó en una ocasión -siendo una niña- que si para vender periodos en un quiosco había que estudiar cinco años en la Universidad. ¡Qué barbaridad!; me dije, aunque visto lo visto cualquiera puede ponerse a este noble trabajo -casi arte- de juntar letras. Ella, mi «sister», es de las que dice que siempre he hecho y dicho lo que me ha dado la gana, como creo que queda patente en tribunas o tertulias, tanto de TV como de radio, a las que he acudido -y acudo- con regularidad/asiduidad. Y, añado yo, creo que no me ha ido muy mal a lo largo de «taitantos años» de profesión. No hay nada mejor que trabajar en lo que te gusta y que, encima, te paguen. Ya se sabe lo del proverbio, no sé si chino, sueco, de Correntias Medias, Mula o del Realengo: «Búscate un trabajo que te guste y nunca trabajarás». ¡Pues eso hice yo!.

Hubo quien, en cierta ocasión, me dijo que, por ser como soy y decir lo que digo, no he llegado más lejos en el mundo del periodismo. Y me lo dijo un tipo que en su vida «se ha movío de su casa» y que parece estar más «amargao» que el culo de un pepino. Vuelvo la vista atrás y veo que, para poder conciliar trabajo y vida familiar, rechacé ofertas en el centro territorial de RTVE en Castilla-León, como jefe de área; redactor jefe del Heraldo de Aragón, en Zaragoza; subdelegado del Diario ABC, en Alicante; la Agencia EFE, en Valencia, o en la redacción central del Diario La Verdad, en Murcia; además de en otras aventuras, como, por ejemplo, junto a mi amigo y ex compañero Miguel Ángel Díaz, en la desaparecida Radio Nou. Sin embargo, por ser como soy y decir lo que digo, me buscaron -y me buscan- en distintas emisoras locales y comarcales de radio y TV, para participar en tertulias, y en medios escritos. ¡Es verdad; tal vez podía haber llegado más lejos en esto del periodismo, pero, mira por donde, no me dio la gana hacer la pelota a mis jefes, cosa que no todos pueden decir en mi profesión. ¡Empecé como redactor y terminé siendo responsable de RNE-Elche! ¡Elegí, y creo que elegí bien!.

En mi profesión no hay término medio, eres odiado o querido y por eso, he llegado a un punto en el que me puedo permitir el lujo de opinar y tener cierta credibilidad. ¡Ataos los machos, por lo que pueda pasar!.