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La andanada

Victorino y la invención

Había recogido el Premio Nacional de Cultura hacía menos de un mes, el 13 de septiembre

El pasado martes fallecía en su finca de Monteviejo el ganadero Victorino Martín. Había recogido el Premio Nacional de Cultura hacía menos de un mes, el 13 de septiembre. Otro galardón más a sumar a la Medalla de Bellas Artes (2014) y al Nacional de Tauromaquia (2016) que han reconocido al ganadero más talentoso de los últimos tres cuartos de siglo. Desde aquel 1960, cuando, tras algunos escarceos con el encaste Vega-Villar, el «Paleto de Galapagar» compró un tercio de la ganadería que estaba en manos de la familia Escudero Calvo y que llevaba el mítico hierro del Marqués de Albaserrada, la famosa A coronada. No tardó mucho en hacerse, junto con su hermano Venancio, con el resto de los famosos toros «grises» y debutar en Las Ventas, precisamente con una novillada donde triunfó Gregorio Tébar «El Inclusero». Desde aquellos comienzos, y luego ya en solitario, defendió sus derechos ante el sistema taurino y gozó de filias y fobias entre quienes movían los hilos de la fiesta.

Luchó por una fiesta íntegra, de toro bravo, y lo mismo le valían las conocidas «alimañas» que se revolvían en un palmo buscando los tobillos de sus lidiadores, que los pastueños que arrastraban el hocico por la arena hasta donde las telas les guiaban. Victorino creó, casi se inventó, un toro bellísimo y que casi nunca deja indiferente al público. Y fue tan especial que necesitó de toreros especialistas. Desde Andrés Vázquez hasta El Cid o Ferrera, pasando por Ruiz Miguel, Pepín Liria, El Tato, Caballero y nuestro Luis Francisco Esplá. El alicantino salió a hombros juntos a sus compañeros de terna y el propio ganadero aquella tarde del primero de junio de 1982, la conocida como «corrida del siglo». Repetiría hazaña en el 99.

Sobrevivir a la era del monoencaste «domecq» sin bajar listón ni caché ha constituido, sin duda, el gran éxito del ganadero madrileño, dominador de la mercadotecnia taurina como ningún otro de sus colegas. Todo un sabio, aquel «paleto». Ahora que está tan de moda, Victorino creó su propia marca. Se puede decir que es el único ganadero a cuyo reclamo se han llenado muchas plazas. Entre otras, la de Las Ventas. Para la historia de oro del toro bravo quedan los nombres de «Velador», «Muroalto» y «Cobradiezmos», indultados en Madrid (1982), San Sebastián (2005) y Sevilla (2016), plazas de primera. Más otros tantos de vuelta al ruedo en la catedral venteña. Un currículum único solo a su alcance. Se va Victorino y queda Victorino, su hijo. Gloria en vida y gloria más allá de la muerte para el más preclaro de los ganaderos.

Y de vuelta a lo terrenal y más presente, hemos asistido a un desagradable hecho esta semana en nuestra ciudad. La edil Marisol Moreno denunciaba el miércoles una agresión por parte de dos jóvenes. De ser cierta la acusación, el hecho es reprobable y no debería quedar impune. Con todo, la versión del comunicado emitido por Guanyar utilizaba un lenguaje, cuanto menos, curioso, con esa expresión tan rimbombante de «agresión verbal invasiva muy violenta», e insistía en que los agresores eran alumnos de la escuela taurina. Un oportuno y explícito comunicado de Arturo Blau, su director, dejaba claro que no era así, y rechazaba igualmente la hipotética agresión al tiempo que demandaba el mismo nivel de reprobación a los constantes ataques verbales que han sufrido los aficionados y sus propios alumnos, sin ir más lejos, en el pleno del pasado 28 de septiembre.

La versión de los denunciados, sin embargo, dista mucho de la de la concejala de sus animalitos, como ya quedó evidente en este mismo medio. De prosperar la denuncia, ya se verá qué decide el juez de turno. Lo que queda claro es que hay un daño a la imagen de la Escuela y de la propia tauromaquia difícil de restaurar propiciado por el manipulador lenguaje del comunicado de la formación política mencionada. ¿Podría ser una oportunista estrategia de descrédito público en estos momentos tan complicados, con el futuro del contrato de la plaza de toros y de la propia escuela en el aire? Que cada cual extraiga sus conclusiones. De momento, la única condenada en firme por la Audiencia Nacional por injurias es la misma persona que deseó la muerte de los aficionados a la tauromaquia desde las redes sociales, y que ninguno de sus colegas condenó. Justamente la misma que ahora acusa. Cosas que tiene la vida...

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