Como ya debe saber todo el mundo, el consejo de administración de Banc Sabadell acordó en la tarde de ayer trasladar su sede social a Alicante, decisión que es prácticamente automática. Es así porque, en una muestra inteligente de anticipación a los problemas, sus máximos gestores modificaron con suficiente antelación sus estatutos, para prever que en un supuesto como el que nos ocupa no fuera necesario celebrar junta general de accionistas.

Me pide mi amigo, el director de INFORMACIÓN, Toni Cabot, que escriba una columna para dar mi opinión sobre lo que considero que este hecho puede significar para Alicante.

Lo primero que he de decir es que es excesivamente pronto para hacer una valoración fundamentada. Las consecuencias reales, en términos económicos, están por ver, y hará falta algo más que unos pocos meses para contar con suficientes elementos. Pero sí puedo, a riesgo de equivocarme, aventurarme con algunos aspectos.

En segundo lugar, resulta evidente que -aunque esté motivado por una situación que, creo, lamentamos muchísimos ciudadanos de este país-, si partimos de tomar como un dato que el consejo de administración del banco ha querido situar su sede fuera de Cataluña, es una noticia muy positiva para Alicante.

Oliu, en una muestra de responsabilidad que ya desearía para una gran parte de los políticos implicados en la lamentable situación que estamos viviendo, ha querido garantizar a sus clientes, accionistas y a los mercados, que no cabe incertidumbre alguna respecto a su estatus como banco de la Unión Económica y Monetaria Europea. Pero podría haber decidido ir a Madrid, a Oviedo o a cualquier otra ciudad situada fuera de Cataluña; y ha elegido Alicante.

Supongo, aunque esto si desean explicarlo, deberían confirmarlo los responsables del Sabadell, que Alicante es un lugar idóneo para ellos porque disponen de gran parte de la infraestructura de la extinguida Caja del Mediterráneo, lo que ya les incentivó para situar la sede de Solvia, su sociedad inmobiliaria, también en Alicante.

En términos de reputación, por tanto, una excelente noticia para Alicante y para la Comunidad Valenciana.

Además, es muy probable que, como en otros casos (Santander, BBVA o Bankia, que tienen sus sedes operativas en Madrid y que celebren sus juntas generales de accionistas en la ciudad donde radica su sede social), convoque las sesiones de su máximo órgano en Alicante. También refuerza la posibilidad de que los servicios centralizados que actualmente se prestan desde Alicante, se mantengan, lo que igualmente sería buena nueva.

Pero no deberíamos llamarnos a engaño: el traslado de la sede social no significa que su sede operativa -que sí sería un importantísimo motor de generación de actividad económica por múltiples razones y de proximidad en la toma de las decisiones más relevantes- vaya a moverse de donde está. De hecho, no solamente no va a suceder a corto plazo, sino que es muy dudoso que se produzca a uno más largo. Banc Sabadell es un banco catalán, con vocación universal, y seguro que está orgulloso de sus orígenes. Toma una decisión de esta naturaleza forzado por las circunstancias, y éstas son muy lamentables. Nadie debería sentirse frustrado si, pasado el tiempo y normalizada la situación totalmente, el consejo del banco, por el mismo procedimiento, decidiera revertir esta.

Por tanto, una buena noticia, sí, pero hay que controlar la euforia, porque no está justificada.