En un momento de una cierta confusión entre algunos influyentes en la industria turística, especialmente entre aquellos que deberían tener más clara la defensa de una industria que el pasado 27 de septiembre, día internacional del Turismo, el presidente del Parlamento Europeo calificaba de fundamental para el desarrollo económico y social de la Unión, con debates no siempre justificados correctamente en torno a la tasa turística, incluso con promoción inconsciente de determinadas posiciones de la llamada «turismofobia», algunos destinos lo tienen claro: «turismo, sostenibilidad, seguridad, salud? somos todos».

Sin ruido, con constancia, sin perder de vista el objetivo, localidades como l'Alfàs del Pi han sido capaces de construir un modelo turístico/residencial que, sin ser inmune a los problemas del entorno porque en un mundo interconectado nadie lo es, ha sido capaz de superar en mejores condiciones que otros destinos una crisis que parece remitir poco a poco.

Configurándose como un destino saludable, entendido no solo como restaurador de la salud de las personas, sino como promotor de un estado completo de bienestar físico, mental y social en cada etapa de la vida, más allá de la ausencia de enfermedades.

El bienestar, por tanto, es el concepto básico que desarrolla l'Alfàs del Pi sobre cimientos muy sólidos como un entorno difícilmente repetible, que aúna el mar y la montaña con dos iconos básicos, la Serra Gelada y la playa del Racó de l'Albir; un clima extraordinario; tranquilidad; no masificación; servicios todo el año adaptados a las necesidades específicas de cada colectivo en idioma, cultura, sanidad, naturaleza, cooperación, ocio, deporte, etcétera, en un municipio que con poco más de 22.000 habitantes, conviven más de 100 nacionalidades diferentes, con predominio, además de los españoles, de los británicos y noruegos.

Trabajando de manera incansable por este modelo de ciudad, la población cuenta mayoritariamente con turistas/residentes de otras nacionalidades relajados, familiares, de nivel medio-alto, con mayoría de personas mayores, aunque no solo como prueban los dos colegios noruegos o el colegio inglés de la localidad, que pretenden optimizar su bienestar en cada etapa de sus vidas.

Contando no solo con centros de excelencia saludables, sino con una oferta amplia de servicios complementarios relacionados con alojamiento, gastronomía, cultura, naturaleza y deporte.

Esta fue la utopía que definió la orientación turística y residencial de l'Alfàs del Pi en los años 60 del siglo pasado y que ha permitido un modelo multicultural, integrado y poco sometido a vaivenes por razones externas, que los sucesivos gobiernos municipales han sabido impulsar y consolidar, poniendo en valor las excelentes infraestructuras medioambientales, culturales, sanitarias y cooperativas del municipio.

Un crítica que algunos podrían hacer a este modelo es su excesiva dependencia de un sector, el turismo y los residentes extranjeros, que podría sufrir cambios o entrar en crisis como la sufrida por otras industrias. Sin embargo, como el presidente del Parlamento Europeo reconocía en las declaraciones a las que hacía referencia en el inicio de este artículo, el turismo es en estos momentos y para los próximos 10 años el gran vivero de empleo y de crecimiento económico y social que podemos vislumbrar, con una previsión para 2030 de más de 1.800 millones de turistas desplazándose entre diferentes países.

Y si a estas expectativas y esta focalización, unimos la decisión de desarrollar todos los componentes de una industria fuerte en torno a la residencia multinacional, con un proyecto de investigación, desarrollo e innovación en el sector impulsado por el propio Ayuntamiento, tenemos, en mi opinión, una excelente receta para seguir creciendo.