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La andanada

La misma canción de siempre

Esta semana era la intención de quien firma estas líneas parafrasear a Joaquín Sabina, que llenó el pasado sábado la plaza de toros de Alicante, diciendo aquello de «yo quisiera escribir la canción más bonita del mundo», cambiando lo de «canción» por «artículo», se entiende, que ni uno es poeta ni esto se recita en verso. Quería, en fin, celebrar el trigésimo aniversario de una faena que asombró a los tendidos de Las Ventas y que, más allá de Madrid, llegó a la retina del resto del planeta de los toros por obra y gracia de la televisión. Rafael de Paula reveló aquel 28 de septiembre ante «Corchero», de Martínez Benavides, los misterios más profundos e insondables del toreo. Quería uno hablar de profundidades, de magias reveladas, hablar de su conversión de Simón en Pedro y comulgar ya para siempre con el sagrado misterio del toreo. Pero esta realidad que vivimos es tan obtusa que antepone lo urgente a lo importante.

Y lo urgente, en cuanto a lo taurino se refiere, estaba el jueves en la moción presentada por el PP en apoyo a la prórroga del contrato de la plaza de toros. Fue en el epílogo de un pleno largo y soporífero en el que, al fin y al cabo, solo se pudo escuchar la misma canción de siempre. Se aprobó la moción por abrumadora mayoría (veinte a nueve), pero nada significa en esta democracia que nos ahoga. La última palabra la tendrá Compromís en la Junta de Gobierno, aunque ahora con algo más de presión. Y qué decir tras la imputación de Echávarri. En el pleno hablaron los colectivos animalistas otra vez desde sus principios que priman a los animales sobre las personas. Su portavoz, Lidia Gerardo, perdió todo tipo de autoridad moral al volver a asociar la violencia doméstica e infantil con la tauromaquia. Deleznable. No deberían quedar estas injurias impunes. También hablaron las asociaciones taurinas, en la voz de Víctor García Miralles, desde el respeto a los diferentes gustos y derechos de las personas, y al cumplimiento de la legalidad, claro. Quienes acudíamos al intercambio de pareceres hubimos de padecer otra vez la usurpación de las palabras desde el lado animalista y, lo que es peor, también en boca de toda una concejala. No se trata de mentir o no. El asunto me parece mucho más grave. Defraudan con el lenguaje. A un animal no se le puede «asesinar», y así lo deja claro la RAE cuando especifica que significa «matar a alguien», y por mucho que se quiera hablar de animales humanos y no humanos, «alguien» siempre será una persona. Como tampoco se puede considerar la tauromaquia como una «tortura». Al toro se le lidia y se le mata, claro, pero nada tiene que ver eso con la definición del término: «Grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos, con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de castigo». Subrayo: «a alguien» y «con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de castigo». Aplicar ambos conceptos a la tauromaquia y a sus aficionados es, por tanto, una manipulación y una acusación grave. La paciencia y estoicidad con la que estos reciben día tras día semejantes ofensas resulta ejemplar, y contrasta con la piel tan fina de esos animalistas que el pasado jueves, sin ir más lejos, volvían a proferirlas y se escandalizaban, por el contrario, de que algún taurino allí presente les dijera adiós con la mano. Grave injuria, a lo que parece.

La concejala de sus animalitos, Marisol Moreno, que dominaba a su claque con un simple gesto de manos, no solo incurrió en malversar el lenguaje y volver a cometer severa ofensa, como ya se ha explicado, sino que además desvirtuó los datos. O no entiende o no quiere que se entienda la diferencia entre recaudación económica directa e impacto económico sobre la ciudad. Es buena oradora, eso sí, aunque le pierden los ademanes acusadores y el tono inquisitorial de sus intervenciones, amén de la manipulación lingüística y de datos indicada.

Carmen de España se centró en lo ilegal de las propuestas de Compromís, mientras que la socialista Gloria Vara volvió a insistir en que se llegará a un acuerdo con todos los interesados para la continuidad de la actividad en la plaza de toros. Natxo Bellido, de Compromís, oyó su nombre aludido en repetidas ocasiones. Con la publicación de esos dieciséis puntos para mejorar el pliego, su grupo ha perdido una gran oportunidad de mantenerse en silencio y no demostrar su total desconocimiento del tema. Que el pliego es mejorable nadie lo pone en duda. Que la prórroga del actual contrato es justa y necesaria, tampoco. Que pretender eliminar una escuela y un museo es algo inaudito, sectario y tendencioso, menos aún. Asesórense de una vez, señores de Compromís. Para no caer en el ridículo, para no parecer ignorantes, para no incurrir en ilegalidades, para poder gobernar con decencia para todos los alicantinos. Resuelvan lo urgente y trabajen sobre lo importante. Ya ven: la misma canción de siempre, la misma...

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