Podría hablarles, como en ocasiones anteriores, del tema con mayúsculas que nos ocupa en las últimas semanas, esto es, de la cuestión catalana y de las numerosas aristas que presenta, tales como el papel de los Mossos, los anti sistema llegados de tierras lejanas que se prevé hayan venido para meter bulla alrededor del 1-O, o bien del efecto multiplicador que puede tener en el País Vasco este conflicto abierto, en el que hacen falta sin duda mediadores cualificados. Y también, cómo no, de esa noticia explosiva de ayer, en que el juez de Instrucción citó a declarar como investigados al alcalde socialista Echávarri, a Lalo Díez y a Pedro de Gea, lo que se ha producido a la velocidad del rayo en una instancia que siempre es lenta por definición. Parece que por una vez han metido el turbo. Sin embargo, y pese a saber que todo eso está ahí, también hay un tema que me parece de una importancia crucial y que por ello ha llamado mi atención. Les hablo del éxito de esa madre coraje llamada Ruth Ortiz, la madre de los difuntos Ruth y José, que como recordarán fueron asesinados por su padre, Bretón, el Saturno impasible.

Repasando la hemeroteca tomo conciencia de todo lo que ha debido de pasar esta señora y me impresiona su entereza, su ánimo y su capacidad de lucha. Gracias a Ruth Ortiz las madres de otros hijos que fallezcan en similares circunstancias a los suyos serán consideradas como víctimas de violencia de género, al haber conseguido ella que se incluyera en el pacto de Estado sobre violencia de género. Y es que cualquier madre ofrecería su vida a fin de evitarles la muerte a sus hijos y no puede haber dolor más grande que el de Ruth Ortiz y otras madres que hayan perdido a sus hijos en similares circunstancias. Sin duda es una violencia sobre la mujer mucho menos visible, pero también más desgarradora que la física y, aunque afortunadamente sean pocos los casos de esta índole que ocurren, con uno que exista alguna vez ya es suficiente para que todos los ciudadanos nos hagamos eco del dolor de estas mujeres y, al menos, les demos la cobertura legal que merecen. Es lo menos que podemos hacer, por respeto y solidaridad con estos casos execrables.