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Arte

Documenta

El origen de la Documenta de Kassel, en 1955, es el deseo de un artista, Arnol Bode, de recuperar el diálogo perdido entre Alemania y el resto del mundo, a través del contacto con la escena artística internacional. Y a lo largo de sus diferentes ediciones, los distintos comisarios, la mayoría teóricos, han hecho de este evento internacional, desde sus diferentes ideas y concepciones, el sismógrafo del arte contemporáneo. La Documenta no solo es el lugar donde se sondean las principales tendencias del arte, sino también donde se ponen a prueba nuevos conceptos y estándares de configuración de las exposiciones de arte. De modo que su historia es la historia del arte del siglo XX y XXI, del debate sobre la autonomía del arte, o su dependencia de la coyuntura política, social, el arte como crítica de los modelos occidentales, como crítica a la mirada establecida.

Este evento mundial tiene unas características que lo hacen único en el mundo, por la posibilidad de ver en una sola ciudad en todos sus espacios museísticos, en la calle, por dónde va el arte, cuáles son los momentos de reflexión que desde la mirada del arte se están dando en el mundo. Si en las cuatro primeras ediciones, Arnol Bode se basó en la autonomía del arte, con un espacio para la historia, el diseño expositivo, el hecho cultural. En las siguientes ediciones los comisarios han priorizado la exposición de su mirada hacia la problemática social y el debate político, hacia la diferencia cultural de las sociedades del mundo, por encima de la propia obra.

En realidad la Documenta es el proyecto expositivo de su comisario, que busca determinar una dirección artística y curatorial en el debate del momento. De tal manera que incluso en algunas ediciones, los artistas han retirado sus obras ante su disconformidad con el criterio del comisario que utilizaba sus propuestas plásticas para construir su propio discurso. La Documenta nunca ha estado exenta de polémica, esa es su esencia, pero siempre se fundamenta en la historia. En esta edición, ha primado el debate conceptual, se muestra el documento como arma de conocimiento: el documento que registra cómo es una sociedad, cómo contamos la historia, la nuestra y la de los otros pueblos, nos muestra los olvidos, los subterfugios tendenciosos y los contrasta con nuestra realidad. Y la crítica a esta concepción, como en anteriores ediciones, es evidente: el arte se basa en los conceptos básicos del lenguaje plástico. La imagen, la palabra, el sonido tiene un gran poder por si mismos, un poder que comunica culturas y pueblos, y que prevalece a lo largo de la historia. Nadie discute el Partenón, imagen emblemática y poderosa por sus proporciones, ubicación y concepción del espacio, reproducido para esta edición a tamaño real en la principal plaza de Kassel, con todos los libros censurados, prohibidos, a lo largo de la historia. ¿Es arte, es crítica o es solo imagen?

La Documenta nunca decepciona, si se encuentra en un momento de indefinición, es como el momento del arte que vivimos, pero da gusto ver cómo se asume esa indefinición de lo que es el arte y se provoca el debate.

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