Leía el periódico en la Luna, aunque no soy Collins, Aldrin o Armstrong -astronautas que «pisaron», por primera y única vez, nuestro satélite, pese a que hay quien lo pone en duda-, y tomaba un «quintico» de «a litro» -en todos los trabajos se fuma-, cuando, de repente -¡como si se tratase del rayo que rompe la oscuridad!- Marcelo, mi amigo uruguayo, se desparramó verbalmente -aunque es muy discreto- y, sin anestesia, soltó una máxima que me llamó la atención: «Palabras inconexas». Me «castigaba» leyendo una noticia en la que se aseguraba que la Cámara de Comercio critica la actuación que Palacio ha realizado en Los Andenes, donde el asfalto, entre otras cosas, ha salido «falluto» y que, según la institución cameral, ha perjudicado no sólo a los vecinos de la zona -que se han comido un marrón, en forma de incomodidades, desde la pasada Semana Santa y hasta finales de verano- sino también a los comercios de la Avenida de Teodomiro, tanto los del primer andén -los menos, porque hay menos- como los del segundo -los más, porque hay más-, y encima el resultado no ha dejado contentos ni a tirios ni a troyanos, porque -también lo leí en el periódico- el césped que han puesto en los parterres, por ejemplo, está más seco que un «testellón» y «llenetico» de bichos (casi una plaga), la baldosa no mejora la que había y la parte central del paseo es una cochinería, sólo hay que darse una «vueltesica» para darse cuenta de que está «mu susia», como si acabaran de pisar la cosecha de uva de los viñedos de las tierras altas del norte del municipio, con la que se consigue el vino que embotella el hijo de mi amigo Enrique Mateo, «Altos de Orihuela», que, según dicen -¡yo no lo he probado, aunque amenazo con hacerlo!-, está rico.

Como otras veces, acudo al diccionario para conocer el significado exacto de «inconexo/a». Leo: «que no tiene conexión». La verdad es que lo que dicen tanto los vecinos como la Cámara de Comercio no la tiene -conexión- con lo que se asegura desde el despacho principal del palacete de la Esquina del Pavo, desde el que su inquilino afirma recibir continuas felicitaciones por cómo ha «quedao» la obra. Me da que va a ser verdad lo que dice «el nen» del Poble Sec, Serrat, en su «coplica» «Cada loco con su tema» y que no es otra cosa que «sobre gustos no hay disputa»; cada uno tiene los suyos y, como dijo don Ramón de Campoamor, que da nombre a una de las urbanizaciones más importante y poblada -a la par que desasistida y dejada de la mano del hombre- de Orihuela Costa: «Nada es verdad ni mentira, sino del color del cristal con que se mira»; es decir, no es que alguien mienta sobre el resultado de la obra, sino que podemos tener «las papilas gustativas» más o menos finas o degradadas y, consecuentemente, distintos pareceres, pero, como también asegura Joan Manuel en la misma canción: «puestos a escoger, soy partidario de las voces de la calle...», porque, según mi más que discutible opinión, son menos interesadas que las de los políticos. ¿Verdad, Alphone?.

Palabras inconexas son las que no tienen conexión entre ellas, ¡vale!, por lo que, llegado a este punto, me asalta la duda de si palabras inconexas son también las que, por ejemplo, dicen los borrachos o los bebés que están aprendiendo a hablar y que, más que pronunciarlas, las balbucean sin que, la mayoría de veces, entendamos lo que dicen, lo que no significa que, como aseguraba Santa Teresa: «Viva sin vivir en mí», porque, ¿sabéis qué?, me da lo mismo lo que vendan quienes las pronuncian, ya que, por lo menos en mi caso, «no compro» lo que no me va a gustar o no me va a aportar nada, por mucho que lo envuelvan en celofán y lo adornen con lacitos de colores para hacer más atractivo/llamativo el producto. Rectificar -dicen- es de sabios y parece que se han subsanado los problemas que surgieron con el asfaltado del primer andén, pero -tengámoslo en cuenta- sólo se ha puesto «un parche»; es decir, se ha «remendao» algo que se paga como nuevo. ¡Mal vamos si consentimos chapuzas, aunque sea por la presión popular, pero peor iremos si nos felicitan por una cagada!.

Partiendo de la base de que mis entendederas pueden ser más cortas que las mangas de un chaleco -¡que lo serán!-, me asalta una duda -a modo de pregunta machacona- y que no es otra que, si se ha tenido que «remendar» el asfaltado del primer andén, antes de «reinaugurarlo», ¿quién, en su sano juicio, felicita por algo que está mal hecho?. ¡Tiene cojones la cosa!. ¡Está mal hecho, pero damos palmaditas en el hombro!. ¡Ha «quedao» «presioso», pariente!. A ver si esto va a ser como el plebiscito de desconexión catalino -me hace gracia lo de «desconexión» cuando de lo que se trata es de independencia- puesto que hay municipios con más habitantes, aunque están secuestraos por otros con menos, pero que abultan más. ¡Marcelo, palabras inconexas o, como diría Salvador Dalí, realidad irreal/virtual!. ¡ Carolina, Carolina!; ¿tenéis un 42 en castellanos?. ¡Lo pregunto porque en la web «sosiata» venden «sapatos»!. ¡Válgame el Señor!.