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Opinión

J. Collado

Cambio yate por aula habitable

No parece que la decisión de espaciar la regata de la vuelta al mundo a vela vaya a suponer ningún trauma para la ciudadanía de Alicante, que ha venido participando de sus fastos más o menos en la misma medida que en asistencia al ya extinto Festival de Música Contemporánea, ni, a tenor de las declaraciones de Antonio Rodes, presidente de la Sociedad Proyectos Temáticos, tampoco para la Generalitat, que hasta recibirá aliviada el ahorro de los al menos 22 millones de euros que tenía que sacar de su depauperada tesorería para sostener el privadísimo evento a mayor gloria publicitaria de la casa Volvo. Por mucho que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, haya apelado días atrás a aprovechar la inminente edición de la Volvo Ocean Race para convertirse en el gran escaparte de la Comunidad Valenciana al mundo, a nadie se le escapa que este tipo de eventos no son precisamente de los que arrastran masas a su alrededor y, además, desprenden cierto tufillo elitista que difícilmente es defendible para un gobierno de izquierdas como el del Consell, que tiene precisamente en la provincia que acoge a todo el yaterío/velerío asignaturas pendientes como la mayor densidad de barracones escolares de toda la Comunidad. Por mucho que nos empeñemos en recalcar que el retorno económico de la regata es de 60 millones, cifra alegre a todas luces, no es mala noticia que se haya dado marcha atrás en la idea de celebrarla cada dos años y se espacie a cada tres o, por qué no, a cada cuatro. Muchos padres y escolares agradecerán cambiar el yate por unas aulas en condiciones.

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