Un país vive como parte de otro mayor y, pasados los desacuerdos históricos, conviven en relativa y recíproca armonía. Sin embargo, el más pequeño es incapaz de olvidar que los héroes de la Ilíada quedaron en el pasado y pretende, como un Viriato sin patria, crear una epopeya en un mundo global en el que el chovinismo es ya un anacronismo ?además de evidenciar lo que quiere ocultar: que es una rémora que no existiría sin el pez del que se alimenta porque no se le admite en ningún otro océano?.

Tal rémora, que se cree tiburón y quiere engullir el mar, contumaz entre los contumaces, desafía a neptunos y ballenas porque estos, equivocados en su estrategia de cortesía o cobardía política, no lo mandan de un tridentazo o coletazo a las playas carcelarias para que se momifique a pleno sol. Cosa que algunos considerarían cacicada y que no sería más que un acto de Justicia (igual que no hacerlo es una injusticia para el ciudadano responsable).

¿Qué pretende la puigdemónica truchuela sino fundar una perfecta nación, llena de leche y miel como la que Moisés soñaba? Olvida la truchuelilla que, estudiados el Universo y los designios de Dios, «este es el mejor de los mundos posibles», según Leibniz, y que por lo tanto cualquier otro mundo sería igual o peor, cuestión que finiquita la ley de Murphy al formular que «si algo puede empeorar, empeorará». Y esto parece tan cierto que ya Voltaire se rió del puigdemónico moisés y sus congéneres al escribir las peripecias de su «Cándido».

Sin embargo, la tal rémora ?embarazada tal vez de un Moby Dick suicida? conduce a sus pececillos hacia una corriente marítima que pronto desembocará en un mundo inexistente, con lo que matarifeará su cultura en vez de integrarla en la civilización que viene, y asesinará una lengua que podría seguir viva al menos quince o veinte lustrosos lustros para gloria de la diestra.

Y el caso es que todo esto ocurre porque hay cojos de manos y mancos de pies que no son capaces de moverse y gobernar como manda la Señora Constitución, Primer Poder de todos los Reinos: encerrando desde el primer momento a quien proclama su intención de delinquir: como se hace con quienes hacen apología del terrorismo para que no lo practiquen: porque es mejor prevenir que curar y porque una cosa es la libertad de expresión y otra ampararse en ella para burlarse impunemente de la ley.