Toda familia empresaria ha sopesado en algún momento de su trayectoria, la posibilidad de vender la empresa familiar o de ampliar o diversificar su negocio mediante la adquisición de otras compañías. Si bien en la mayoría de los casos, la toma de una decisión en esta materia se desecha inicialmente o se pospone al no encontrar «hueco» para ello en las complicadas agendas que conlleva el negocio, la posibilidad nunca abandona de forma definitiva la cabeza de los propietarios. En ocasiones, la venta de una empresa familiar constituye la solución más razonable y práctica cuando no existe en las generaciones venideras, interés en la continuidad del negocio o formación específica para garantizarlo. Por motivos como éste y por la aparición en los últimos años de inversores nacionales o extranjeros atraídos por la industria de nuestra provincia, hemos vivido un repunte significativo en el mercado de compra y venta de compañías.

A la hora de abordar un proceso de esta naturaleza, la familia empresaria debe ser consciente de que el mismo tiene una estructura y fases claramente definidas y que su desarrollo suele conllevar un periodo de tiempo prolongado así como la asunción de compromisos incluso en etapas iniciales, siendo por tanto recomendable contar desde un principio con el adecuado asesoramiento. En particular, reviste especial trascendencia contar con información fiable y contrastada por profesionales de, según el caso, la propia empresa o de los negocios a adquirir, a los efectos de conocer con absoluta seguridad cuáles son las fortalezas, debilidades y riesgos de la operación. Al tratarse de empresas o negocios en funcionamiento, la información debe extenderse a todas las materias que afectan a la actividad desarrollada, con el fin de prevenir los posibles riesgos que pudieran derivarse para el comprador o que debieran garantizarse por el vendedor. En tanto en cuanto no se disponga de un amplio confort en relación con la información requerida, la familia empresaria no debería adquirir compromisos vinculantes de compra o venta, más allá de los estrictamente necesarios para iniciar un proceso de negociación y análisis, como por ejemplo, obligaciones de confidencialidad o exclusividad temporal.

En definitiva, la familia empresaria debe afrontar estos procesos tomando en consideración su complejidad y en las mejores condiciones posibles para garantizar que la operación satisface sus expectativas y necesidades y que no se asumen riesgos innecesarios.