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Desde mi terraza

El «anti-todo»

Hoy, un día de finales de septiembre del año 2017, solo se habla de Cataluña. Hoy, ayer y mañana seguirá hablándose de Cataluña. Hoy, un día de finales de septiembre del año 2017 se han producido las primeras detenciones de altos cargos del gobierno catalán, primera consecuencia del tsunami independentista de una comunidad autónoma histórica que fue confirmada por la Constitución del 78 y por lo tanto está amparada y sujeta a control por la que es «Ley de leyes». Y no seré yo quien niegue a cualquier español su derecho a expresarse libremente, y a exponer sus deseos sobre lo que quiere para su futuro; pero no estamos en una selva sin leyes, y las existentes hay que acatarlas. Cualquier actitud o posicionamiento que lleve a conseguir por las bravas una aspiración, que puede ser legítima pero no legal, está condenada al fracaso; y cuando alguien se convierte en transgresor está expuesto a consecuencias no deseadas. Mi voz no está autorizada para profundizar en el gran problema por el que atraviesa España, el más grave de todos los años de la democracia, pero nadie escapa a la comprensión de un problema que nació viciado. El «café para todos» tenía que traer esto. Pero además de Cataluña existen otras dieciséis comunidades autónomas, muchas provincias y muchas ciudades en España, y una de ellas es Alicante. Aquí vivo y aquí sufro; y aquí he sido y quiero seguir siendo feliz. Por ello ni quiero ni puedo callarme cuando la incompetencia de mis gobernantes (en este caso locales) perturba mi felicidad. Tengo un amigo, profesor de Historia y procedente de la Vega Baja alicantina por más señas, que acaba de ser despedido (y sin derecho al paro!) de un trabajo que ha desarrollado durante casi cuarenta años, si bien de forma interina por no haber conseguido sacar la oposición, víctima de la imposición de una lengua, el valenciano, que le es ajena. Mi amigo es uno de los más de 1.200 profesores de la Comunidad Valenciana que se encuentran en la misma situación. Y esto es inadmisible, por mucho que exista una ley comunitaria que haya que cumplir. Otra vez lo mismo, lo legal no siempre es lo legítimo; y por mucho que se empeñe el Honorable Conseller de Educació, esta ley es discriminatoria. El Decreto de Plurilinguismo llevado a extremos produce injusticias como que los alumnos que eligen el castellano tengan menos horas de inglés que quienes optan por el valenciano. El senyor Marzá ha irrumpido en la enseñanza como un elefante en una cacharrería; y no estoy de acuerdo, porque entre el cero y el infinito siempre hay un punto intermedio. Algo parecido ha sucedido en la ciudad de Alicante, donde desde que se formó el tripartito que gobernaría nuestro ayuntamiento, todo, o casi todo, ha sido un desencuentro. El tripartito no ha funcionado, y los tres partidos que lo forman deberían asumir la responsabilidad que les corresponde cuando ya se ha superado el Paso del Ecuador de la legislatura municipal. Pero el representante de Esquerra Unida se ha llevado la palma en cuanto a enfrentamientos con diversos gremios de la ciudad, hasta el punto de que ya es conocido como «Pavón, el anti-todo». El señor Pavón se ha cebado, especialmente, con la hostelería local cuyo último desencuentro se centra en la orden de cierre del complejo de ocio Marmarela, situado en la zona Volvo del puerto alicantino, a unos días del inicio de la regata a vela más importante del mundo, la Volvo Ocean Race. Todavía me produce sarpullidos pasar por el espacio vacío resultante del levantamiento de la terraza del café del Teatro Principal. ¿Sus argumentaciones? «La ley está para cumplirla». Y dicho y visto así tiene razón, pero me remito a lo apuntado anteriormente sobre la distancia entre el cero y el infinito. La inflexibilidad no es precisamente una virtud, y menos en un político. Esta gota no es sino parte de un charco que dificulta la vida en esta fantástica y plácida ciudad; ya no sé dónde meter las pilas y baterías usadas porque en el centro de la ciudad han desaparecido los puntos de recogida, ya no sé si seguir reciclando cartones y papel, plástico y latas, porque en mi entorno de la Plaza San Cristóbal desaparecieron hace tiempo, como también los puntos de recogida del aceite usado; ya no sé si hacer rogativas para que llueva con frecuencia y se mantengan como ahora limpias las calles. ¿Nimiedades ante los grandes problemas? Probablemente. Pero en fin, señores mandatarios, reflexionen y hágannos menos complicada la vida en el tiempo que queda de legislatura, que estoy harto de clamar en el desierto.

La Perla. «Presos políticos sí hay, y muchos; pero lo que hay son muy pocos políticos presos» (Popular).

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