Resulta sumamente curioso que siendo España un país que tiene en el turismo una de sus mayores fuentes de ingresos exista una tendencia reciente en algunas Comunidades Autónomas a regular la modalidad del «alquiler vacacional» incluyendo lo que se denomina la «carga máxima de turistas» que puede albergar una zona concreta bajo esta fórmula de alquiler de inmuebles. Es decir, que aunque exista un determinado volumen de inmuebles vacíos en disposición a ser puestos en alquiler de corta duración por sus propietarios resulta que se considera que se puede limitar el ejercicio constitucional del derecho de la propiedad y, por ello, el derecho a poner en alquiler vacacional un inmueble si se llega al tope previsto, según la cifra que se fije que actuaría como tope del número de turistas que pueden acudir a una zona concreta. Y además existe otra tendencia a imponer «tasas turísticas» que se imponen al alojamiento hotelero con el argumento de que con ello se obtienen ingresos para mejorar el turismo.

Pues bien, si esto se lo cuentan a Don Pedro Zaragoza, máximo exponente y padre del turismo en Benidorm se echaría las manos a la cabeza. O sea, que cuando la filosofía del turismo sería la de atraer al máximo número de clientes, intentando captarles de otros destinos turísticos y convenciéndoles de las excelencias de tu zona resulta que la idea es limitar el número de los que pueden venir bajo la idea de la expresión «la carga máxima de turistas» expresión desafortunada, porque denominar «carga» al turismo es rechazar la principal fuente de ingresos del país. Ante ello, debe entenderse que existe un error conceptual por equiparar la llegada de turistas con molestias (¿?) que se originan para el supuesto de que se ocupara toda la «oferta disponible». Y la oferta debe estar compuesta tanto por la oferta hotelera como por la de los ciudadanos que quieran alquilar sus inmuebles vacíos para ayudarles a pagar sus gastos, la hipoteca y - ¿por qué no?- para ganar un dinero.

Resulta que quienes abren negocios lo hacen pensando en que se va a fomentar la atracción de clientes, que cuantos más vengan a nuestro país más inversores podrán abrir negocios creando puestos de trabajo y dinamizándose nuestra economía, pero resulta que queremos limitar esa capacidad de atracción turística poniendo un tope a quien quiera vivir bajo la modalidad de alquiler vacacional.

Esta fórmula residencial de alojamiento debe estar bien regulada, pero lo que no se puede hacer bajo ningún concepto es ni limitarla por zonas ni poner topes al número de viviendas que quieran inscribirse, porque por un lado cuantos más se inscriban más declararan sus ingresos a las arcas del Estado o la Comunidad autónoma y desaparecerá el dinero negro por este concepto. Y por otro cuantas más viviendas y oferta existan más barata será esa oferta, porque si se reduce el precio subirá. Además existe la creencia que este turismo molesta a otras personas, pero en este caso lo que debe hacerse es poner medidas de expulsión inmediata de los inmuebles a los vecinos molestos regulando un régimen de urgencia para que el arrendador pueda expulsar de inmediato en 24 horas a vecinos molestia y otorgando legitimación subsidiaria a las comunidades de vecinos para que por medio de su presidente pueda tras las quejas de vecinos articular este régimen de expulsión en 48 horas tras la queja ante el organismo competente donde se realizó la inscripción de la vivienda de alquiler vacacional.

En consecuencia, lo que no se puede es considerar apriorísticamente que el turismo molesta y que por ello hay que limitarlo porque a la gente le molesta ver muchos turistas. Que se lo pregunten a los que invierten su dinero en abrir negocios, a los que se arriesgan en abrir locales creando puestos de trabajo, sin ninguna ayuda institucional y con todas las trabas posibles para abrir mercado de negocios. Que le pregunten a estos pequeños inversores si quieren que se les límite el número de turistas o que se promocione nuestro país con calidad para atraer turismo en lugar de ponerle trabas.

El turismo no se fomenta poniendo tasas ni trabas a los que vengan, sino dando facilidades. Y si se regula adecuadamente, se convierte en fuente de ingresos para las arcas del Estado y las Autonomías y se ayuda a todo tipo de negocio para que tengan más clientes y se facture más. Por ello, con una adecuada regulación del alquiler vacacional se fiscaliza a quien se dedica a esta actividad, se generar ingresos y no hace falta poner tasas en los hoteles. Pero con estas medidas que se están poniendo en marcha con límites a las viviendas destinadas al alquiler vacacional y tasas hoteleras a los turistas, al final tenemos que hacernos la siguiente pregunta: ¿Queremos que vengan turistas, o que no vengan? Porque por las medidas adoptadas parece más esto último.